miércoles, 16 de noviembre de 2011

ICONOGRAFIA FUNERARIA EN EL CEMENTERIO DE TORREBAJA (VALENCIA) [I]

A propósito de las imágenes y símbolos en las tumbas del camposanto de Los Llanos, 
"in memoriam" de los allí inhumados.



“Al palpar la cercanía de la muerte, 
vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, 
porque los vivos, comparados con los muertos, 
resultamos insoportablemente banales”.
Miguel Delibes (1920-2010), 
escritor español.



            I.- Palabras previas, a modo de introducción.
            Podría decirse que soy un habitual del cementerio, pues, además de ir con motivo de algún entierro -para acompañar al vecino fallecido y a sus familiares, y el día de Todos los Santos- voy con frecuencia por otros motivos: unas veces para visitar las tumbas de mis antepasados –bisabuelos, abuelos, padres, tíos...-, amigos y vecinos; y otras para informarme, pues las lápidas son verdaderos archivos documentales, proporcionando nombres y apellidos, fechas de nacimiento y óbito, entre otros datos.
El cementerio municipal de Torrebaja se halla al norte de la población, en la partida de Los Llanos, y se ubica en la cota baja de la ladera del Carril, mano izquierda de la carretera de Cuenca a Teruel según se sale de la localidad en esa dirección: se le distingue en la distancia por los cipreses (Cupressus sempervirens L) que sobrepasan sus tapias: un cementerio sin cipreses parece que no sea tal.[1] Se trata de una necrópolis que pronto cumplirá cien años –su primer enterramiento data del 30 de abril de 1920-[2] aunque ya ha sufrido dos ampliaciones, una hacia el suroeste y otra hacia en poniente. Todo su perímetro está bordeado de una tapia, con cancela de hierro y atrio soportado en la entrada: su interior aparece circunvalado de nichos, menos por la tapia norte, y su recinto se halla dividido por un pasillo en cruz orlado de cipreses recortados que forman cuatro cuarteles: dos en la parte inferior (entrada) y otros dos arriba (fondo). Tradicionalmente, el cuadrante inferior derecha se reservaba para los enterramientos infantiles, según demuestra la hechura de estas tumbas.
Llevo mucho tiempo yendo al cementerio, prácticamente desde niño –entonces lo hacía de la mano de mi padre- y afirmaría que lo conozco bastante bien, hasta el punto que podría escribir muchas páginas con las historias, anécdotas y relatos de muchos de los que allí yacen esperando la resurrección de la carne, su personal dies irae..., cuando los siglos se reduzcan a cenizas. Sin embargo, en cada visita descubro elementos nuevos: no me refiero a las lápidas de los enterramientos recientes –eso no sería una novedad, porque la hermana muerte no cesa en su labor-: si no a la forma distinta de ver lo que ya existe.
A propósito, en cierta ocasión me dediqué a fotografiar lápidas y tumbas, para que no pase lo que sucedió con las del viejo cementerio de Santa Bárbara, cuyas señalizaciones -como el propio cementerio, pese a su indudable interés antropológico e historiográfico- desparecieron sin dejar más rastro que el bibliográfico.[3] Tiempo después, visionando aquellas fotografías, me llamó la atención la cantidad de representaciones que había de la imagen de Jesús de Nazaret, que los cristianos llamamos Jesucristo, Nuestro Señor, de vírgenes y bienaventurados del santoral. Es por ello que me obligué a catalogar la variedad de símbolos que contenían las lápidas y cruces, mayoritariamente de significado espiritual y religioso, y también profano.

II.- Descripción general del recinto. 
Desde una óptica cronológica, los primeros enterramientos se realizaron en el cuadrante superior de la izquierda (1921-59), continuaron por el superior de la derecha (1922-61) y concluyen en el inferior de la izquierda (1961-79). Evidentemente, no hay una progresión temporal estricta, pues el primero contiene fosas de los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta; en el segundo hay fosas de los años veinte, cuarenta, cincuenta y sesenta; y en el tercero de los años treinta, sesenta y setenta, datando de 1979 el último enterramiento en fosa.[4] 
El cuadrante inferior derecha, al estar reservado para la edad infantil se ha utilizado en todo tiempo. Contiene varias tumbas anónimas, excepto una que dice: “Justiniano Rubio Moral, subió al cielo a 8 de julio de 1940, a sus 3 años/ Los tuyos”. Inicialmente, los enterramientos se realizaban con preferencia en fosas, quedando reservados los nichos para los más pudientes: actualmente, sin embargo, todos se realizan en nichos, entre otras razones por falta de alguien que abra las sepulturas... La progresión cronológica de los nichos dibuja una espiral: del fondo izquierda a fondo derecha (1920-1968), anterior derecha e izquierda (1969-1977 y 1981-1991) y lateral izquierda (1992-2008), continuando por el pasillo abierto recientemente tras las tapias del fondo (2007-2011), al que se accede por una abertura en la tapia suroeste (izquierda), pasando sobre el osario.
En los enterramientos en fosa (tierra) predominan las lápidas en piedra o mármol blanco en forma de cruz con una inscripción, muchas de ellas lucen la foto del muerto en un ovalo, aunque que otras carecen de ella. Una minoría de estas tumbas posee una lápida horizontal; incluso las hay que sólo tienen la losa horizontal. Los enterramientos más antiguos y sencillos son anónimos: sólo lucen una cruz de hierro o madera, sin nombre, siglas ni referencia alguna.
Respecto a las lápidas de los nichos, las más antiguas fueron labradas en pizarra con tonos mates, pero la mayoría son de mármol o piedra pulida en tonos oscuros. Muchas de ellas poseen un cristal con marco de madera o metal protegiendo la hornacina donde se halla la lápida, pero otras lucen directamente la piedra, siempre con su inscripción, con o sin foto del difunto. Algunos de los nichos del fondo carecen de inscripción, sólo poseen unas siglas grabadas sobre el yeso, lo que impide la identificación del muerto: la mayor parte de estas se hallan en la hilera del fondo izquierda y corresponden al tiempo de la Guerra Civil (1936-39).
En el ángulo sur oriental del cementerio, correspondiente a la primera ampliación, hay dos recintos: uno corresponde al trastero, donde se guardan los objetos y elementos necesarios para las inhumaciones y el mantenimiento del lugar; y otro para las autopsias, con la primitiva mesa de hierro y mármol y una pila para el aseo de las manos y el material.

III.- Clasificación de símbolos e imágenes en lápidas y cruces.
Para la sistematización propuesta, las imágenes y símbolos de las lápidas y cruces los clasificamos según su significado en: religioso, espiritual, profano y mixto.
-Religioso: referido a símbolos que aluden a la religión (cristiana): cruces, rostros de Cristo, vírgenes, ángeles de la muerte y santos.
-Espiritual: referido a símbolos no estrictamente religiosos: manos que sueltan palomas, árboles de la vida, motivos vegetales, etc.
-Profano: ausencia de símbolos religiosos o espirituales: objetos, textos de contenido poético, político e ideológico, etc.
-Mixto: contienen representaciones mixtas, religiosas y profanas (cruces con espigas u otros motivos ornamentales).

Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos religiosos:

Entre las sepulturas realizadas en tierra (propiamente enterramientos) predominan las lápidas verticales en forma de cruz, aunque también las hay con una lápida horizontal anexa en la parte anterior. En el frontal superior de las cruces suele haber una imagen (cabeza) que representa un rostro –frente o perfil - masculino o femenino: el masculino porta cabello largo y (en algunos) aparece ceñido por una corona de espinas, lo que permite identificarlo con Cristo; el femenino se representa con el cabello cubierto con un velo o pañuelo, lo que autoriza identificarlo con la Virgen María. Habitualmente, la imagen de género describe la inhumación de un difunto masculino o femenino.
            En las sepulturas realizadas en nichos las representaciones religiosas aparecen labradas directamente sobre el mármol o la piedra, con la misma característica respecto al género de la imagen y del difunto: femenina para las mujeres y masculina para los varones. En algunas de las lápidas más recientes las figuras no aparecen labradas, sino dibujadas: el propio rostro del difunto está estampado con idéntica técnica que el símbolo religioso o de otro tipo que contenga.
            El distintivo religioso más frecuente es el de Cristo, ya sea en forma de rostro, clavado en la cruz o en brazos de María, su madre, en la Última Cena y como Sagrado Corazón. Las figuras femeninas, figurando la Virgen María son también frecuentes, manifestándose en variedad de vírgenes: Virgen del Pilar, Virgen de Tejeda, Virgen del Rosario, Virgen del Carmen, Virgen Milagrosa, Virgen de la Vega, etc.
          Entre los bienaventurados que con más frecuencia se representan están: San Antonio de Padua, San Antonio Abad (san Antón), San Cristóbal, San José, Nacimiento, la Sagrada Familia, etc.
           También se simbolizan ángeles en posición orante, pidiendo silencio (con el dedo índice sobre los labios) o señalando algún aspecto destacable de la lápida, como un reloj que marca la “hora fatal” de la defunción (1922). La lápida de don Luis Tortajada Gómez, párroco de Torrebaja natural de Puebla de San Miguel –fallecido el 19 de enero de 1933, a los 65 años-: contiene motivos vegetales y profesionales: un bonete, una cruz, un libro y una estola, no en vano era sacerdote.






[1] Según Laguna: <Era el ciprés, antiguamente, consagrado a Plutón [el dios griego de los muertos], y por eso se solían despartir sus ramos a las puertas de los difuntos [...] La madera del ciprés, por vieja que sea, nunca siente carcoma, y da de sí un suavísimo olor...> Tomado de: FONT QUER, Pío. Plantas medicinales. El Dioscórides renovado, Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1993, vol. I, pp. 79-81.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Visita guiada al cementerio municipal de Torrebaja (Valencia), del martes 8 de noviembre de 2011.
[4] Llama poderosamente la atención el escaso número de señalizaciones mortuorias en tierra (cuatro enterramientos), correspondientes al tiempo de la Guerra Civil (1936-39), cuando el número de muertos en el segmento histórico fue igual o mayor que en años anteriores o posteriores; ello significa que dichos señalamientos –seguramente por haberse construido en madera y no haberse repuesto- han desaparecido. Otra explicación estaría en el hecho de haber estado prohibidos los símbolos religiosos en ese tiempo -de la misma forma que los entierros se realizaban sin ceremonia religiosa-; y si no se colocaron inmediatamente después, ya no se pusieron...

Cementerio Municipal de Los Llanos en Torrebaja (Valencia), hilera de nichos (1981-1991).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Detalle de lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).

3 comentarios:

Enrique Gil Bazán dijo...

Hola Alfredo. Me ha impresionado tu "entrada" sobre el cementerio de Torrebaja. Aunque algo macabra, todo hay que decirlo, resulta muy interesante. Sobre todo, y para mí, lo referente al material del que se hacían las lápidas. Las anteriores a los años 50/60 suelen ser, y así las he visto en el cementerio y ahora en tus fotos, de calizas marmóreas (el mármol puro es muy escaso y carísimo) y calizas llamadas "fétidas" de una cantera de Calatorao (Zaragoza) de donde se han extraído ingentes cantidades de una caliza cristalizada por metamorfismo, de color negro, y que al darle un pequeño golpe emana un gas fétido debido a la gran cantidad de materia orgánica que contiene todavía, pues son del jurásico, de hace más de 180 millones de años. Pero como era fácil de trabajar y esculpir se usaba para las lápidas. Varias de las fotos son de esa roca. Las nuevas, desde los 80 en adelante, suelen ser rocas plutónicas, tipo granitoides,las claras, y dioritas y gabros, las más orcuras, como casi todas las de la foto de las hileras de nichos, todas ellas "labradas" a máquina. Esto es debido a la explotación masiva desde esa época de las canteras de material ígneo, tanto nacionales como extranjeras, aunque las foráneas son mucho más caras y un tanto horteras, como la de reflejos azules que se llama Larviquita y que se ha utilizado mucho en las fachadas de los bancos. Para lápida parece poco piadoso. Bueno, que me alargo y parece que estoy en clase de geología, perdona. Me parece estupendo y muy formativo que se sepa algo de las lápidas e inscripciones del cementerio. "Me gusta". Un abrazo.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Buenas noches, Enrique:me parece muy interesante tu aportación, con el docto comentario que haces sobre los materiales de las lápidas: resulta sorprendente la cantidad de datos que pueden sacarse de estos elementos funerarios, tanto en sus aspectos puramente materiales (geomorfológicos)como culturales (tradicionales, religiosos, ideológicos...). La complejidad poliédrica del ser humano parece no tener límites y uno no deja de asombrarse con cada manifestación, y muy singularmente con todo lo relativo al comportamiento humando frente a la muerte y el deseo de perdurar, aunque sólo sea en la lápida de algún cementerio, que quizá acabe en algún museo arqueológico dentro de mil años... En fin, gracias por tus palabras, siempre tan oportunas... Saludos.

Óscar Pardo de la Salud. dijo...

Un artículo muy interesante; aquí en Valencia hacen rutas por el cementerio general, en lo que han denominado el Museo del Silencio, y te enseñan enterramientos de personas ilustres, como Blasco Ibáñez o Sorolla. Así como muestran los monumentos a la cólera y otras grandes epidemias. Las fosas de los republicanos represaliados, etc...
Un saludo