sábado, 21 de enero de 2012

ICONOGRAFÍA Y EPIGRAFÍA FUNERARIA EN EL CEMENTERIO VIEJO DE PUEBLA DE SAN MIGUEL (I).

A propósito de las imágenes y símbolos en las tumbas del camposanto pueblano,
 "in memoriam" de los allí inhumados.



La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte;
 y cuando existe la muerte, ya no existo yo"
-Epicuro de Samos (341-270 a.C.), filósofo griego-.

"La cultura se basa en el tratamiento que se da a los muertos.
La cultura se desvanece con la decadencia de las tumbas"
-Ernst Jünger (1895-1998),
escritor, filósofo e historiador alemán-.





I.- A modo de introducción.
            
Una buena manera de conocer la idiosincrasia de una localidad –aunque no la única, obviamente- es asomarse a su cementerio, el lugar donde reposan los restos mortales de los vecinos fallecidos. De la misma forma puede afirmarse que el lugar de su asentamiento, la forma en que está distribuido, sus formas de enterramiento predominantes, las inscripciones de las lápidas y su mantenimiento son particulares de cada localidad, revelando muchos aspectos del temperamento, convicciones y forma de ser de sus moradores –me refiero a los habitantes del pueblo, no del camposanto, pues son los vivos quienes en última instancia deciden sobre la memoria y forma de evocar a sus difuntos-; ello resulta más evidente en una sociedad tradicional, como ha sido la de Puebla de San Miguel (Valencia), y los pueblanos no iban a ser diferentes.[1]
            
Consta que el primitivo cementerio estaba junto a la iglesia, sobre parte de la plaza de san Miguel, por donde se accede actualmente al templo. Sin embargo, a mediados del siglo XIX (1849) el cementerio ya se hallaba fuera del pueblo, donde está hoy:
  • Tiene [Puebla de San Miguel] 75 CASAS, la del Ayunt., y la cárcel, escuela de niños á la que concurren 30, dotada con 800 rs.; otra de niñas asistida por 26, y 500 rs., de dotación; igl., parr., (San Miguel) de entrada, servida por un cura de patronato real y un beneficiado; 2 ermitas (La Purísima Concepción y San Guillermo) sit., á corta dist., de la pobl., y un cementerio fuera de ella al E.[2]
Vista general de Puebla de San Miguel (Valencia), desde la carretera de Losilla.

          
Sin duda el estadista se refiere al actual cementerio -sitiándolo al este, fuera de la población- pudiendo establecer que su existencia data de la primera mitad del siglo XIX (en todo caso ya estaba vigente a finales de los años ochenta del Ochocientos). Asimismo, cuando dice de la Ermita de San Guillermo, se está refiriendo a la actual Ermita de San Roque –que debió cambiar de advocación tras la marcha de los franciscanos de Castielfabib (Valencia)-.[3]


Ermita de la Inmaculada Concepción de Puebla de San Miguel (Valencia).
            
Valga decir, por último, que el presente artículo tiene una finalidad estrictamente descriptiva, para que conste su actual ubicación, la distribución y reseña iconográfica de sus lápidas y tumbas antes que desaparezca. La última vez que estuve en el cementerio de Puebla de San Miguel –cuando tomé la mayoría de las fotos que se exponen en este trabajo- fue una fría mañana de finales de enero del presente año (2012); el cielo estaba despejado pero unos días antes había nevado.

Ermita de San Roque -anteriormente de San Guillermo- en Puebla de San Miguel (Valencia).


            
II.- Ubicación y descripción del camposanto.
            
El cementerio de Puebla de San Miguel se halla junto al caserío, en el ángulo que forma el acceso a la localidad desde Ademuz y la carretera que conduce a Losilla de Aras y Arcos de las Salinas, vía Hoya de la Carrasca (CV-363). Rodeado de fincas de cultivo y de antiguas eras y pajares, se llega al lugar enfilando un callejón que nace de la calle que lleva a la plaza de San Miguel –frente al Ayuntamiento, poco antes del nacimiento de la calle del Sol, más conocida como calle Larga.
            
Se trata de un espacio cuadrangular, circundado por una tapia de mampostería, cubierta con losas y piedras en algunas de sus partes, cuya entrada se halla franqueada por dos esbeltos cipreses (Cupressus sempervirens).[4] Posee una cancela de hierro con dos hojas y una columna de piedra adosada a cada lado –con dos grandes bloques labrados como fundamento-, cubierta con alero y teja árabe a dos aguas. Una vez dentro del sagrado recinto llama la atención la ausencia de nichos, a la vez que la presencia de lápidas y cruces colocadas en las paredes, aunque dichas estelas no indican el lugar de cada enterramiento –se trata de “señalizaciones” o “memorias”, al estilo antiguo. Hacia el centro del camposanto hay un montón de piedras entre las que sobresale una vieja cruz labrada en madera. La parte posterior (contra la tapia de levante) se halla en pendiente. Al fondo izquierda del recinto (ángulo nororiental) hay un pequeño edificio muy deteriorado, con la puerta destrozada y el tejado a una sola agua parcialmente caído, correspondiente al depósito o antigua sala de autopsias. En su interior todavía puede apreciarse una mesa de obra y un destartalado “cajón de muertos”, que servía para conducir el cadáver desde la casa del difunto a la iglesia y al cementerio; la existencia de este artefacto demuestra que muchos vecinos se enterraban antaño sin cajón, con sólo la mortaja –lo que fue común en mucha otras localidades de la zona hasta los años treinta del pasado siglo.
           
Entre el depósito y la tapia norte hay una abertura por la que se accede a un recinto extra-cementerial: éste posee forma triangular, carece de señalizaciones y corresponde al cementerio civil; es decir, era tierra no sagrada -donde se enterraban los suicidas, excomulgados y los que morían sin bautizar-.[5]
            
Como se dice en la introducción, el cementerio de Puebla de San Miguel carece de nichos, todos sus enterramientos se han practicado en tierra. Sin embargo, posee multitud de “señalizaciones” en sus paredes, bien en forma de lápidas y cruces adosadas al muro o colocadas en pequeñas hornacinas. Asimismo, carece de lápidas horizontales en tierra, tan sólo aparecen algunas cruces de piedra o mármol verticales distribuidas por el recinto. En todo caso, dada la antigüedad del cementerio, llama la atención la escasez de inscripciones y registros mortuorios: de ahí podemos deducir que la mayoría de inhumaciones carecen de indicación, por haberse perdido o no haberla tenido nunca.


Detalle de la ventana rejada del "Depósito" en el cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia).


III.- Clasificación de símbolos e imágenes en lápidas y cruces.
Para la sistematización propuesta, las imágenes y símbolos de las lápidas y cruces los clasificaremos según su significado en: religioso, espiritual, profano y mixto –según hicimos en un trabajo previo, referido al cementerio de Torrebaja (Valencia).[6]
-Religioso: referido a símbolos que aluden a la religión (cristiana): cruces, rostros de Cristo, vírgenes, ángeles de la muerte (durmientes) y santos.
-Espiritual: referido a símbolos no estrictamente religiosos: manos que sueltan palomas, árboles de la vida, motivos vegetales, etc.
-Profano: ausencia de símbolos religiosos o espirituales: objetos, textos de contenido poético, político e ideológico, etc.
-Mixto: contienen representaciones mixtas, religiosas y profanas (cruces con espigas u otros motivos ornamentales).

            Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos religiosos:            
Todas las sepulturas del cementerio de Puebla de San Miguel están realizadas en tierra -propiamente enterramientos, formando los peculiares túmulos térreos-, con predominio absoluto de “señalizaciones” o “memorias” verticales: las lápidas más antiguas se hallan en hornacinas labradas directamente sobre el muro, mientras que las más recientes están sujetas con grapas. Asimismo, de los muros penden también dos cruces metálicas, que han perdido la identificación o ésta se halla muy borrosa.
            
Hay cuatro señalizaciones verticales en tierra: una lápida en hornacina y tres cruces de piedra o mármol, con reseña del difunto; el resto de enterramientos carecen de identificación.
            
En las lápidas de los muros las representaciones religiosas aparecen labradas directamente sobre el mármol o la piedra, aunque sin la característica de utilizar rostros de Cristo o santos para los enterramientos masculinos y de vírgenes o santas para los femeninos.
            El distintivo religioso más frecuente es la cruz, ya sea sola o con elementos vegetales (hojas de hiedra, flores...); algunas cruces contienen el Cristo crucificado, mientras que la mayoría son simples cruces labradas (las más) o adosadas (las menos). Entre las figuras religiosas encontramos el rostro de Jesús, el Sagrado Corazón, la Virgen de los Desamparados y la Virgen del Pilar.
            
No hemos encontrado la representación de ningún santo, con la excepción de San José con el Niño en brazos; pero sí hay ángeles, como el Arcangel san Miguel, el Ángel de la Guarda, y otros ángeles orantes o durmientes (los peculiares ángeles de la muerte).
            
Dentro de este grupo de lápidas con significado religioso podrían incluirse dos con la representación del paisaje de un cementerio: cipreses, tumbas, cruces y ángel orante junto a una cruz (Vicente Argilés Muedra, 1913 y Juana Tortajada Pastor, 1926), idénticas a otra existente en Torrebaja (Pedro Hernández Montesinos, 1922).
            
En cuanto al color de las piedras o mármoles, predominan los tonos oscuros, reservándose los claros (blanco) para los difuntos jóvenes (solteros, mozos y niños), con alguna excepción, como es el caso de la difunta Fidela Roque Pérez, de 69 años, que falleció el 14 de octubre de 1964: su lápida es blanca, cuando lo esperable es que una mujer casada, como parece el caso, con hijos y de esa edad tuviera una placa oscura.

            Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos espirituales:
Los símbolos espirituales o alegóricos no estrictamente religiosos son escasos, limitándose a: motivos vegetales (1919 y 1922), una paloma de la paz con una ramita de olivo en el pico (2006), unas manos que sostienen u ofrecen un ramo de rosas (2006).

En la simbología judeocristiana, la paloma con una rama de olivo en el pico aparece tras el diluvio universal (Génesis 8, 12), simbolizando el perdón y la paz de Dios con los hombres, además del entendimiento entre las personas.

            Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos profanos:
En el Cementerio Municipal de Puebla de San Miguel las lápidas con símbolos exclusivamente profanos no existen. Pero sí hay lápidas carentes de distintivos (1946, 1959, 1978, 2003, 2004 y 2008), con sólo las iniciales o los datos (ficha técnica) del muerto: nombre, apellidos y fecha de nacimiento y óbito.[7]

            Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos mixtos:
Las lápidas con símbolos mixtos son más frecuentes que las que contienen sólo profanos; singularmente, podrían clasificarse bajo este epígrafe las que lucen cruces (griegas o latinas) con rayos solares, rosas u otros elementos vegetales.




[1] «Puebla de San Miguel constituye una excelente representación del modelo de pueblo de montaña, con una explotación del territorio adaptada a las limitaciones de éste y escasamente poblado a lo largo de su historia. Precisamente, un medio natural tan adverso ha contribuido a condicionar la evolución de este pueblo [...] y a influir sobre su relativo aislamiento. La limitada disponibilidad de recursos agrícolas, el predominio de actividades económicas poco intensivas sobre el espacio, como la ganadería o la explotación forestal, han influido en (su poblamiento y desarrollo)». Cf. RODRIGO ALFONSO, Carles (1999). Puebla de San Miguel, “el rincón del Rincón”, Edita Ayuntamiento de Puebla de San Miguel, Valencia, p. 23.
[2] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, Madrid, 1849, tomo XIII, p. 239.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Las piedras del convento de san Guillermo en Castielfabib (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 21 de octubre de 2011. ID. Las ruinas de la iglesia de san Guillermo en Castielfabib (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 12 de enero de 2012.
[4] Según Laguna: «Era el ciprés, antiguamente, consagrado a Plutón [el dios griego de los muertos], y por eso se solían despartir sus ramos a las puertas de los difuntos [...] La madera del ciprés, por vieja que sea, nunca siente carcoma, y da de sí un suavísimo olor...». Cf. FONT QUER, Pío. Plantas medicinales. El Dioscórides renovado, Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1993, vol. I, pp. 79-81.
[5] «[Durante la Edad Media] a la mayoría de las muertes violentas, pero especialmente a los suicidas, la Iglesia e incluso el pueblo, no sólo les negó la sepultura cristiana, sino también cualquier tipo de duelo oraciones o misas./ Hoy se conoce que en algunos lugares, a principios de este siglo, existían cementerios reservados a suicidas, donde el ataúd era pasado por encima de un muro sin abertura./ No solamente ocurría esto con los suicidas, también a los excomulgados o supliciados se les otorgó un trato similar». Cf. GÓMEZ DE RUEDA, Isabel. Ritos exequiales. No creyentes, no bautizados y suicidas, en Revista Murciana de Antropología  2 (1997) 181.
[6] SÁNCHEZ GAZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el Cementerio de Torrebaja (Valencia), en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 16 de noviembre de 2011.
[7] La fecha de nacimiento se suele indicar con un asterisco (*) y la de fallecimiento con una crucecita (†);   sin embargo, dichos elementos no los clasificamos propiamente como símbolos, ya que pueden encontrarse en casi todas las lápidas y no sirven para su tipificación.


-- ARCHIVO FOTOGRÁFICO --


Vista general de la entrada al Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia) (2012).

Vista parcial del interior del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
 tapia septentrional (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1964 (2012).

Ladrillo cerámico en el Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1897 (2012).

Vista parcial del interior del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
ángulo nororiental (2012).

Detalle de imagen en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1936 y 1952 (2012).

Lápidas en el Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1963 y 2008 (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1912 (2012).

Detalle en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1912 (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
sin fecha (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
 sin fecha (2012).

Detalle de imagen en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1997 y 2001 (2012).

Detalle de imagen en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 2006 (2012).

Vista parcial del interior del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
tapia suroccidental (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1920 (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 2006 (2012).

Detalle en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia) (2012).

Detalle en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia) (2012).

Lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
que alude a la Guerra Civil (1938), 2012.

Detalle en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 2006 (2012).

Lápida en el Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
año 1919 (2012).

Ladrillos cerámicos en el Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
años 1941, 1959 y 1962 (2012).

Detalle en lápida del Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia), 
años 1941, 1959 y 1962 (2012).

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