jueves, 11 de octubre de 2012

LA TRAVESÍA DEL SANTERÓN: EN EL XLII SEPTENARIO (2012)


Crónica y testimonio 
de la subida a Santerón por la Virgen y bajada a Vallanca



A Oscar Pardo de la Salud y a mi esposa,
que participaron en la romería.










Palabras previas.
La entrada actual debe verse como la tercera y última de las entregas realizadas en este blog con motivo del XLII Septenario (2012) de la Virgen de Santerón. El primero fue la divulgación y comentario de un texto donde se dice del presunto origen celtibérico de la celebración santeroniana;[1] el segundo, la entrevista a un algarreño -el señor Francisco Martínez Marín (Algarra, 1927)-, que evoca antiguos recuerdos de la Virgen de Santerón y su ermita, con motivo de su octogésimo quinto cumpleaños.[2] Esta tercera entrega se refiere a la crónica y testimonio de la travesía del Santerón, cuando se sube a la ermita por la Virgen y se la baja a Vallanca (Valencia), parte esencial de la celebración septenaria.
           
Camino de Santerón.
Habíamos quedado en la plaza mayor de Vallanca –me refiero a la plaza de España-, para iniciar desde este punto la travesía del Santerón, y a la hora prevista estábamos allí. Ese día –16 de septiembre de 2012- hubo que madrugar, pues subíamos desde Torrebaja (Valencia) y previamente había que preparar la impedimenta y el avituallamiento para realizar la caminata y comer en la ermita, y la salida desde la villa estaba prevista para las 8:00 horas.

Detalle amazonas en la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

Cuando llegamos todavía no había salido el sol, pero la plaza ya estaba llena de gente –chicos y chicas, hombres y mujeres con sus pertrechos-; se respiraba un ambiente alegre y festivo, a lo que colaboraba un cielo despejado, que anunciaba un día caluroso pese al frescor matinal. La propia plaza y las calles aparecían jubilosamente adornadas con banderitas y colgaduras, que pendían de los balcones de las casas, con la imagen de la Virgen de Santerón prendida. 

El gran arco de bardas frente a la parroquial –Nuestra Señora de los Ángeles- evidenciaba la importancia del acontecimiento que estaba a punto de comenzar. A la hora prevista empieza la marcha, que se inicia con un gran bandeo de campanas anunciando así la inauguración de la romería... Se sale de la villa por la avenida o calle de la Virgen de Santerón, donde vemos otro gran arco vegetal de bienvenida, éste junto a la fuente de los Caños. Así comienza propiamente la peregrinación, en la que se sube por la imagen de la Virgen a su casa en la ermita algarreña, pues la imagen de María con el Niño en brazos constituye el símbolo principal de lo que se pretende festejar.

Detalle de la subida a la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), por el camino viejo,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la subida a la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), por el camino viejo,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la subida a la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), por el camino viejo,
en el XLII Septenario (2012).
            
Desde la plaza de España hasta La Vega la comitiva va acompañada por la salmodia de una letanía y algunos cantos litúrgicos, que responden los más devotos. Desde este punto los peregrinos siguen su camino -unos en grupos, otros en solitario-, pero todos con el mismo fin: arribar a la ermita de Santerón... La mayoría va caminando, de la misma forma que antes iba en caballerías, pero otros van en vehículos, siguiendo el camino del rento de Vallongo. Los que van andando siguen el camino antiguo, que se separa del nuevo en cierto punto antes de arribar al lugar en que la costumbre manda parar para el almuerzo. Desde este punto el trazado se torna cada vez más abrupto, pues hay que subir hasta la cima del monte por la ladera oriental del Santerón.
            
Toda romería implica desplazamiento físico, lo que supone seguir un trayecto, con una finalidad básicamente religiosa. Pues los romeros se desplazan de un lugar a otro tenido por santo, donde se venera una divinidad. Sin contenido religioso, la romería no es más que una excursión, un día de campo para disfrutar del medio natural -lo cual está muy bien-. Ello no significa que el romero o peregrino deba abstenerse de gozar del espectáculo de la naturaleza, al contrario, pues para el creyente todo es obra del Creador. Al hilo de estos pensamientos, me hubiera gustado pasar una encuesta entre los participantes, para conocer los motivos personales que les han llevado a realizar esta travesía... Sin haberla realizado, intuyo que encontraría todo tipo de motivaciones, desde las estrictamente religiosas hasta las rigurosamente mundanas, incluyendo incitaciones mixtas: porque cada cual es cada cual y todos somos distintos...

Peregrinos y caminantes descansando en la loma de la Virgen,
camino de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

            
Sin embargo, creo que en el fondo de cada uno subsiste un atisbo de espiritualidad, pues el hecho religioso es universal, induciendo al ser humano a sentirse sobrecogido ante lo sagrado. De hecho, ante ese misterio absoluto que supera toda posibilidad de raciocinio y comprensión –lo que Rudolf Otto (1869-1937) llama “misterium tremendum et fascinans”-, lo único que podemos hacer las personas religiosas es sobrecogernos y arrodillarnos... Pero no como expresión de temor, sospecha o humillación, sino de reconocimiento ante “algo” o Alguien que nos atrae por ser expresión del bien supremo y de la suprema bondad. En este sentido, la Virgen de Santerón constituye lo que el filósofo, historiador y novelista rumano Mircea Iliade (1907-86) define como “hierofanía”, esto es, la manifestación de lo sagrado en algo que pertenece a nuestro mundo físico, léase una imagen, un árbol, un lugar...[3]


El mayor repecho que debemos remontar corresponde a la vertiente oriental del Santerón, cuya cima se halla cerca del Pico Talayón (1.602 m). Seguimos el antiguo camino que utilizaban antaño los de Vallanca en la "bajada" y "subida" de la Virgen, que no es más que una trocha o de arrastradero de maderas entre pinos: sorprende que por aquí pudieran pasar con la amada imagen sobre sus andas. Culminado el ascenso arribamos al punto que llaman loma de la Virgen, aquí se realizaba en otro tiempo el recuento del ajuar, que no era más que el inventario de lo que portaba la Virgen en los cambios de lugar. Los peregrinos, romeros o caminantes, suelen descansar en este lugar, y es lo que hacemos nosotros, pues la ascensión es gravosa.

Vistas de las tierras del marquesado, desde la ladera occidental del Santerón,
camino de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).
           
Marchamos por un camino de sirga -que zigzaguea entre pinos, romeros y aliagas-, buscando la ladera opuesta del Santerón. A nuestra izquierda, el panorama muestra cerros pinados, por entre los que se vislumbran las tierras del antiguo marquesado de Moya. Los grupos de caminantes se convierten en una hilera alargada, ya que el camino se hace más estrecho y difícil de transitar. Así llegamos al lugar que llaman la “Cabeza de Perro”, pues en un lado del sendero hay una enorme roca con esta forma: desde este punto ya comienza a observarse el hermoso valle y rento de Santerón, con la ermita al fondo.


Una leyenda en la “Cabeza de Perro”.

Estando aquí, en la peña conocida como “Cabeza de Perro”, no puedo dejar de evocar un suelto aparecido la primavera pasada en un periódico valenciano –Levante-El Mercantil Valenciano-, que alude a esta peña, ensayando explicar la forma que tiene la piedra y el presunto origen de los septenarios. Según el articulista, la historia procede de un dietarista medieval, y corresponde a un registro que próximamente se publicará, documentado por Sanchis Martínez en su Historia de Alberique.

  • <Era el Rincón de Ademuz tierra de moriscos, (donde éstos) tenían la costumbre de pedir al amo cristiano una trabajadora sexual que les aliviara en sus ardores viriles. [...] Los moros de Vallanca pidieron una meretriz al Baile y (éste) envió un emisario a Valencia para que en (un) afamado burdel escogiera una para trasladarla a tan lejano paraje. Vino una mujer mayor, muy bella en su juventud, que aceptó porque en la capital le flojeaban los clientes./ Había sido tan hermosa que siempre (blasfemaba) contra Dios por haberle arrebatado su belleza. Cuando llegó a Vallanca, como era la única disponible, trabajó sin descanso con unos labriegos poco exigentes./ Existía en la sierra un ermitaño llamado el Santerón retirado a rezar en un prado lejano perteneciente al señor de Moya, actual provincia de Cuenca. El sabio cuando bajaba al pueblo no cejaba en evangelizar a los moros, e intentó también convencer a la prostituta, pero (ésta), envalentonada por la presencia de los musulmanes, se burlaba del viejo: «¡Ojalá me diera Satanás la belleza que me corresponde, porque Dios me la robó!»./ No tardó el Diablo en cumplir aquella petición. Se incendió aquella noche la casa de la (prostituta) y al día siguiente su rostro desfigurado parecía más bien el de un perro que el de una persona. Los moritos, al verla tan horrible, la apedrearon y tuvo que huir hacia la Vega del río Bohigues./ Acosada en el bosque, la (mujer) recordó al bondadoso ermitaño y fue a buscarlo. Arriba del todo, completamente arrepentida, se puso a llorar implorando a la Virgen perdón. Apoyó su rostro en una enorme piedra y se durmió. Por la mañana la cara perruna estaba esculpida en la montaña, y ella había recuperado su primigenia belleza./ Bajó por un camino lleno de árboles y flores hasta la casa del ermitaño que, al verla tan maravillosamente transformada, cogió un tronco y talló su bellísima cara en una imagen mariana. Acabada la Virgen del Santerón, murió la pecadora con el alma completamente limpia./ El prodigio sorprendió a todos los pueblos cercanos y empezaron las visitas a la Virgen. Pero enterado el baile de Vallanca que Santa María tenía el rostro de la que había sido su servidora intentó apoderarse de la imagen, lo que le enfrentó al marqués de Moya. Esto podía suponer una guerra entre Castilla y Valencia./ El Santerón, antes de morir [...], recomendó que la Virgen se trasladara a Vallanca cada siete años, en recuerdo de los siete pecados capitales que había conculcado aquella infeliz. De esta manera, aunque siguió en Castilla, visita periódicamente su antigua patria. Justamente hogaño se celebrará esta peregrinación que, según el cronista, borra fulminantemente todos los pecados carnales del penitente>.[4]   

Desconocía la existencia de tan peregrina leyenda, razón por la que me sentí francamente sorprendido. Tendemos a pensar que sabemos algo de alguna cosa, cuando en realidad sabemos muy poco. Se trata de un relato ejemplarizante cristiano, donde una arrepentida mujer pecadora se convierte. Aunque tiene en la peña “Cabeza de Perro” una conexión con el camino tradicional, la narración resulta difícil de encajar, tanto desde el punto de vista temporal como historiográfico; aunque tampoco lo pretende. Vallanca nunca tuvo "baile" propio en la Edad Media, pues la localidad era aldea de Ademuz y el funcionario, ya fuera en calidad de juez o administrador local de las rentas reales, residía en la villa ademuceña. De haberlo tenido sería a partir del momento en que esta población se constituye como villa independiente -hecho que tuvo lugar en 1695-; pero en esa fecha el medievo quedaba ya muy lejos, luego el relato tampoco puede proceder de un dietarista medieval. Aunque no es este el momento de analizar el contenido del texto, tiempo habrá cuando dispongamos del texto original. No obstante se me hace cuesta arriba admitir que el "baile" concediera a los moriscos una “trabajadora sexual” -para que aquellos aliviaran sus ardores viriles-, pues ante semejante demanda, lo más probable es que les hubiera dado un buen garrotazo en las costillas...


Detalle de la roca conocida como "Cabeza de Perro", sita en el camino viejo de Vallanca (Valencia) a la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), 2012.



Arribada a la ermita de Santerón.
Desde la “Cabeza de Perro” hasta la ermita el camino es todo bajada... Algunos caminantes utilizan el camino habitual, que pasa por las casas del rento de Santerón, mientras otros echan a campo traviesa por en medio del valle, en dirección a la “Mesa de la Virgen” y ermita de Santerón, que se halla unos cientos de metros por debajo del bloque de piedra. Entorno del ermitorio se observa movimiento de gente, multitud de vehículos aparcados en las inmediaciones y algunos caballos que trotan por el prado. Arribamos a la ermita junto con otros caminantes, sudorosos y cansados, pero contentos de haber llegado a nuestra meta. Entramos en la placeta pasando bajo una noguera que sombrea el lugar, donde hay puestos de bebidas y mucha gente charlando, saludándose, refrescándose. Bajo los soportales de la ermita hay puestos de venta, donde los turroneros ofrecen sus productos. Son las 11:30 pasadas y hasta las 12:00 horas no dará comienzo la misa. Entramos en la ermita para ver a la Virgen, que se halla dispuesta sobre sus andas en el presbiterio, lado del evangelio. Hay ya mucha gente dentro del santuario y después de lanzarle un beso a la Virgen nos fotografiarnos junto a su imagen, que aparece espléndida con su corona dorada, los faroles, el manto blanco y envuelta en flores. A los pies de las andas, en el ángulo que forma el arco toral y el altar vimos multitud de velas encendidas por Pentecostés, ofrenda de los peregrinos.

Vista del valle de Santerón -sito entre los montes de Santerón y la Atalaya- con detalle de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca) en el fondo del valle (2012).
            

La ermita luce espléndida, pues está recién pintada, con las paredes blanqueadas y una raya azul formando dibujo. Incluso las hojas del portón de la entrada y la armadura de los soportales han sido raspadas y saneadas. Las robustas maderas de la cubierta muestran también su carnadura original, pues antes estaban cubiertas de jalbegue. Otro tanto podría decirse de la sólida balaustrada del coro, de las jaldetas del piso y de los canecillos y zapatas que soportan la viga delantera. Y del propio arco toral, en el que destacan las dovelas de piedra que lo forman, anteriormente cubierto de yeso. Lo más llamativo, sin embargo, es la rehabilitación de la cúpula mudéjar poligonal del presbiterio, cuyas maderas han sido saneadas y su colorista pintura repuesta, y una hornacina encristalada que hay junto al altar, que corresponde al antiguo retablo donde se colocaba ataño la imagen de la Virgen.


Vista del antiguo rento de Santerón, camino de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

Vista del valle y ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), desde las casas del rento,
en el XLII Septenario (2012).


No debemos olvidar que nos hallamos ante una celebración mariana, pues la Virgen de Santerón es otra manifestación de Nuestra Señora de los Ángeles -la titular de la parroquial de Vallanca- y de Nuestra Señora de la Asunción -la titular de Algarra–: las tres vírgenes entonan a María, la madre de Jesús de Nazaret.

Detalle de la recién restaurada cúpula octogonal mudéjar,
que orna el presbiterio de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).
           
            
Comida y coloquio tras la celebración.
Tras la misa –que tuvo lugar sobre las 12:00 horas-, la gente se dispersó por el entorno, acudiendo cada pueblo a los lugares reservados por la tradición. Nosotros fuimos con los de Vallanca, a una ladera que hay tras el cerrito de la Fuente, donde usualmente se colocan los de Salvacañete (Cuenca). Nuestros anfitriones tendieron una manta bajo un pino y allí comimos, cada cual lo que llevaba preparado. La comida fue rápida, pues el cura había avisado que a las 2:30 horas saldría la comitiva con la Virgen, camino de Vallanca. Comimos y aún nos dio tiempo de hacer algo de coloquio, pero no descabezar un sueño como en otros septenario... Entre otros temas hablamos del presunto origen celtibérico de la celebración santeroniana, hipótesis que se basa en un estupendo trabajo del profesor Fernández Nieto, de la Universidad de Valencia –La federación celtíbera de Santerón (1997)-, el cual analiza los elementos geográficos, lingüísticos, rituales, sacrales y agonísticos que concurren en la celebración anual de Pentecostés y en los Septenarios: recepción de las comunidades, ritos “circumambulatorios” o de circunvalación alrededor de la ermita tras la procesión, comida ritual de las autoridades (y de los peregrinos) y juegos de competición.

Sin descartar la influencia que ciertos ritos celtas o prerromanos hayan podido tener en los rituales y celebraciones cristianas, hemos de convenir que lo que aquí se celebra no es una invocación de Fertilidad a la Madre Tierra en plena naturaleza o algo similar, sino a la Virgen María, la madre de Jesús de Nazaret, que para los cristianos es Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, tercera persona de la Trinidad. La Iglesia transmite su mensaje de salvación mediante estas celebraciones, pero ello no excluye que ciertos ritos puedan tener un origen pagano, prerromano, lo cual resulta evidente en el proceso de cristianización de muchas fiestas y ceremonias de la antigüedad. Pues ni las religiones ni la historia comenzaron con Jesús, aunque Cristo constituye para los cristianos el centro de la Historia. Una historia que no es cíclica y repetitiva, en el sentido que la entendían los griegos –léase Polibio de Megalópolis (200 a.JC-118 d.JC)-, sino lineal, aunque no necesariamente recta, esto es, con un principio, un final y un Juicio Universal.

Los peregrinos se fotografían junto a la venerada imagen de la Virgen de Santerón,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de los peregrinos y caminantes en la placeta de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

Vista parcial de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

            
Regreso a Vallanca con la Virgen de Santerón.
Recogimos los restos de la pitanza y marchamos deprisa hacia la ermita, donde se veía movimiento de gente y de vehículos; cuando llegamos, la Virgen ya la llevaban en andas, camino de Vallanca... Dimos alcance a la comitiva en el barranco del Gollizno, donde se halla el primer "descansadero" –mesa o estructura cuadrangular de obra y encalada, como de veinte centímetros de altura y un metro por lado, que lleva grabado en azul el símbolo mariano y el número del septenario (XLII)-: allí se hace el recuento del ajuar y se firma el documento correspondiente: lo suscriben los alcaldes de ambas localidades (Algarra y Vallanca) y los curas de cada parroquia. En cada mesa se canta y se reza, y se cambia de portadores. Hay que reconocer que el espectáculo es magnífico, con la imagen de la Virgen sobre sus andas, impulsada por encima de la comitiva de peregrinos y caminantes que la acompañan por la vereda, en medio de la naturaleza, rodeada de pinos, bajo un cielo azul refulgente.

Pasamos por las ruinas de antiguos rentos -la Dehesilla, que fue propiedad del marqués de Cañete y Callejones, que lo fue de los Zafrilla de Algarra-. En la parte más elevada de esta misma ladera se halla la peña conocida como "Morro de Gorrino", en cuya vaguada occidental hubo un importante campamento de maquis después de la guerra y dramáticos enfrentamientos con la Guardia Civil. Camino adelante, rápidamente enfilamos la costanilla que asciende en dirección al segundo pilón, que aparece en una loma llamada collado de las Burras: la mesa se halla algo retirada del camino. Las andas se encaran al poniente, para que la Virgen quede mirando hacia Castilla: desde este punto en adelante dejaremos de ver el valle de Santerón y la ermita de su nombre.


Vista parcial de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la marcha, camino del primer "descansadero", durante al bajada de la Virgen,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la Virgen de Santerón sobre sus andas, en el primer "descansadero",
donde se hace el tradicional recuento del ajuar,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón,
en el XLII Septenario (2012).


El camino continúa cuesta abajo, pues discurre hacia el sureste por las laderas orientales del Santerón, que son subsidiarias del Bohílgues y de los barrancos que drenan al Turia en Ademuz (Valencia). Al levante se distinguen las lomas peladas del Javalambre, con sus estribaciones meridionales cerrando el horizonte -el pico Calderón, el Gavilán, la sierra de Tortajada- y más acá el valle del Turia penetrando desde Teruel, que queda al norte. La comitiva camina muy rápido, de forma que enseguida llegamos al tercer "descansadero", cuya mesa se halla a la derecha del camino, frente a las casas del antiguo rento de Vallongo

El principal inconveniente de la bajada son los vehículos a motor, que levantan polvo del camino incordiando a los caminantes. Por delante va un vehículo con bebidas que para en cada tramo, ofreciendo refrescos a los caminantes: el negocio no está reñido con la devoción, y además presta un buen servicio... En este lugar hallamos un grupo de “forestales”, con su vehículo contra incendios. ¿Cuánta gente habrá participado en la romería? No sé, varios cientos... Durante el trayecto muchos caminan en silencio, quizá por efecto del cansancio; pero otros hablan, cantan, ríen o rezan, pues hay mucha gente y tiempo para todo.

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón,
en el XLII Septenario (2012).

La romería continúa entre eriales, rastrojos y pinares en dirección al próximo pilón, que se halla en el llamado pozo del Herrero: la mesa es similar a las demás y se halla a la derecha del camino, frente a una finca pedregosa con copudas nogueras. En las márgenes de la propiedad se halla una cisterna o pozo con fábrica de piedra, que la sequía ha desecado. Recuerdo haber bebido de este manantial un agua clara y fresca que me supo a gloria; pero esto fue dos septenios atrás... ¡Hoy no me atrevería a beberla! La procesión continúa entre pinares, el polvo seco del camino se agarra a la garganta, pero los transportadores no parecen notarlo, presa de la emoción por la llegada. Conforme avanza la tarde, en el azul intenso del cielo aparecen jirones de un blanco lechoso... Ahora viene un tramo de camino en descenso y pedregoso, y enseguida comienzan a distinguirse a lo lejos las frondosas choperas de La Vega, que destacan contra el monte terroso del fondo: así arribamos al "descansadero" donde se cambian las andas y se acicala a la Virgen: ya a la vista de La Vega... Polvorientos, sudorosos y tomados por el sol, los caminantes, peregrinos y porteadores arribamos al llano por un camino sombreado de nogales: se aproxima el final de la romería, alcanzando por fin la arboleda. Hay multitud de gente esperando, con la Banda de Música de Ademuz y la imagen de san Roque...


Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón
-camino del "descansadero" del collado de las Burras-,
en el XLII Septenario (2012).


Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -"descansadero" del rento de Vallongo-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -"descansadero" del pozo del Herrero-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -"descansadero"
aquí se le cambian las andas a la Virgen-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón
-los primeros peregrinos caminan hacia La Vega
en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -procesión con la imagen de san Roque,
camino de La Vega
en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).


Desde La Vega hasta la parroquial de Vallanca.
Aplausos, vivas y declamaciones de bienvenida: la Virgen de Santerón ya está prácticamente en Vallanca. Tras el encuentro de la Virgen y san Roque en La Vega se forma una gran procesión camino de la Villa, pero antes hay que pasar por la fuente de la Teja, donde hay otra mesa -ésta circular-, y otra más adelante, bajo una gran noguera por encima de la casa del médico -antiguo Centro Rural de Higiene-: frente al descansadero, el río Bohílgues y el antiguo pasadero de La Puente. Debe ser casual, pero en este último apeadero se dan cita dos de los símbolos que mejor identifican a Vallanca: la Virgen de Santerón y las nueces, el delicioso fruto del nogal. Desde este punto la romería, verdadero río de gente, se interna en la villa por la avenida de la Virgen de Santerón –allí le espera un arco de bienvenida a la Virgen, frente a la fuente de los Caños-: continúa ascendiendo por las angostas y pinas callejas, con los balcones de las casas ricamente engalanados con cobertores y tapices, hasta llegar a la plaza de España –allí le aguarda más gentío y otro gran arco de bardas, éste con cúpula y cuatro arcadas, que han levantado en su honor frente a la parroquial-: el momento cuando la imagen de la Virgen de Santerón pasa bajo la bóveda vegetal y entra en la iglesia, constituye el clímax de la romería -cuando menos unos de los momentos más emocionantes.


Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -procesión con la imagen de san Roque,
camino de La Vega
en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -procesión con la imagen de san Roque,
camino de La Vega
en Vallanca (Valencia)-,
 en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón -procesión con la imagen de san Roque,
camino de La Vega
en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).


Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón
-arco de bardas frente a la Fuente de los Caños en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).

Detalle de la bajada de la Virgen de Santerón
-arco de bardas a la entrada de la parroquial en Vallanca (Valencia)-,
en el XLII Septenario (2012).


A modo de epílogo.
El interior de la iglesia resplandece de luz y oro tras la última restauración: una vez en la nave central, los portadores elevan las andas con la venerada imagen hacia lo alto y su manto impoluto relumbra de pureza entre la alegría general. Aproximadamente, son las 21:30 horas: ello supone que el trayecto desde La Vega hasta la parroquial ha durado -en proporción- más que toda la marcha por la sierra. A continuación se celebrará una misa solemne de bienvenida, y al día siguiente comenzará el Novenario y los festejos: pero esa es otra historia... ¡Viva la Virgen de Santerón! –exclama alguien-. ¡Viva! –responden todos-. Vale.






[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. ¿Tiene la celebración de la Virgen de Santerón su precedente en la Celtiberia?, del lunes 1 de octubre e 2012.
[2] ID. La Virgen de Santéron en la memoria, del lunes 8 de octubre de 2012.
[3] Hierofanía. (2012, 25 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 10:22, octubre 10, 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Hierofan%C3%ADa&oldid=57301127.
[4] RECIO, Carles. El Santerón, del miércoles 30 de mayo de 2012.

1 comentario:

Óscar Pardo de la Salud. dijo...

Hola Alfredo, muchas gracias por dedicarme el artículo.
La verdad es que lo pasé genial, fue un día muy bonito, y espero que dentro de siete años podamos repetirlo.
Es un lujo tener amigos como vosotros.
Un fuerte abrazo