lunes, 8 de octubre de 2012

LA VIRGEN DE SANTERÓN EN LA MEMORIA (I).


 Recuerdos –evocaciones y remembranzas- de un  algarreño octogenario.



A Francisco Martínez Marín (Algarra, 1927),
en su octogésimo quinto cumpleaños.







Palabras previas.
Desde mi infancia vengo oyendo hablar de Algarra (Cuenca), de la Virgen de Santerón y del rento de su nombre... Sin embargo, hasta hace catorce años no la conocía, me refiero a su imagen –esto fue en el XL septenario (1998)-: cuando la vi me quedé prendado de su sencillez y popularidad, viendo cómo una imagen tan humilde despertaba tanto fervor. Se trata de una representación barroca, una virgen “de las de vestir”, pues de la imagen sólo puede verse la cara con las mejillas rosadas y una mano, la derecha, mientras con otra sujeta un niño Jesús, del que únicamente vemos la cabeza y el brazo derecho con la manita extendida y el índice levantado.

La imagen de la Virgen de Santerón porta un manto que le llega hasta la peana, basa o plataforma cuadrangular con otra estructura esférica plateada encima, de la que nace por delante una media luna, en la que figuran tres querubines o cabezas aladas: una en el centro y las otras a los lados. A María de Santerón sólo se la ve el rostro, si bien se la representa coronada y en lo alto lleva una esfera con una cruz; porta también una gran corona radiada con ocho estrellas. Aunque resulte obvio, cabe decir que en la Virgen de Santerón se venera a María, la madre de Jesús de Nazaret: sin el Niño la imagen no significaría nada, pues la misión de la Virgen es mostrar el fruto bendito de su vientre.

El señor Francisco Martínez Marín (Algarra, 1927), durante la entrevista en la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca).

Mis primeros recuerdos de esta Virgen y su ermita datan de mi infancia. A finales de los cincuenta, siendo yo de unos seis u ocho años, fui con mi padre de Torrebaja (Valencia) a Algarra, donde teníamos parientes. Llevábamos dos caballerías, una cargada con manzanas y otra para montar. El objetivo de aquel viaje era comprar o cambiar las manzanas por patatas de las de sembrar; aunque quizá las manzanas eran sólo para regalar. Mi padre era agricultor y también tratante, por lo que se conocía bien los vericuetos de estos términos, que recorría con ocasión de sus tratos. Atravesamos el Santerón y dimos en Algarra, un viaje entre pinos y monte cerrado que evoco como algo extraordinario y fantástico. Durante el trayecto mi padre me entretenía contándome historias de aquellos lugares, de la imagen de una Virgen que tenía una ermita muy grande, de los maquis que hubo por aquellos contornos y de un avión que se había estrellado por aquellos montes después de la guerra, y que al caer había talado no sé cuántos pinos...

Vista meridional del caserío de Algarra (Cuenca), desde la carretera que conduce de Landete a Cañete.

Mi padre tenía una tía en Algarra, a la que llamaban Rogelia Sánchez Garrido (1870-1963), hermana de mi abuelo Román de Torrebaja. Cuando yo la conocí, la tía de mi padre era ya muy anciana y vivía en una casona enorme con una hija llamada Isabel Zafrilla Sánchez (1898-1989), casada con un tal José Pérez Pérez (1915-97) -de este matrimonio no hubo hijos-: la vivienda tenía por detrás una balconada de madera que daba sobre un precipicio, como las casas colgadas de Cuenca... Isabel tenía un hermano, Vicente Zafrilla Sánchez (a) el Cojo de Algarra, casado con una señora de Torrebaja, el cual vivía en Talayuelas (Cuenca) y tenía varios hijos: Alberto, Berta, Carmen, Isabel, Leonor, Luis, Vicente... La anciana señora Rogelia padecía algún tipo de demencia, porque recuerdo que no hacía más que preguntarme una y otra vez quién era yo, cómo me llamaba, de quién era... La señora Rogelia era viuda de Mariano Zafrilla Garrido (1843-1907) y del hermano de su marido, un tal Segundo, con el que no tuvo hijos; pues, para preservar la herencia familiar, a la muerte de su primer marido se casó con su cuñado.

Lápida en el Cementerio de Algarra (Cuenca), correspondiente a Nicolás Díaz Zafrilla (1835-1907) y a su primo, Mariano Zafrilla Garrido (1843-1907).

Lápida en el Cementerio de Algarra (Cuenca), correspondiente a la señora Rogelia Sánchez Garrido (1870-1963), viuda de Mariano Zafrilla Garrido.

Lápida en el Cementerio de Algarra (Cuenca), correspondiente a la señora Isabel Zafrilla Sánchez (1898-1989), hija de Mariano y de Rogelia.


Según la información recopilada de fuentes familiares y vecinales, la señora Rogelia había heredado de sus maridos muchas propiedades en distintas localidades de estos términos, entre las que se hallaban el rento de Santerón, donde la ermita de su nombre, y el de Callejones, además de grandes extensiones de monte con pinares, múltiples zonas de huerta e inmuebles. Según parece, muchas de las posesiones provenían de los tiempos de la Desamortización de Madoz (1855-1886). Ciertamente, existió un tal Nicolás Díaz Zafrilla (1835-1907) -“labrador acomodado” y “vecino de Algarra”-, que figura en la compra de una heredad de 2,47 hectáreas en Moya y una casa en Mira, con una inversión de 13.050 Reales de Vellón.[1] A tenor de la herencia dejada a sus primos –Mariano y Segundo Zafrilla Garrido-, el adquiriente debió comprar otras tantas propiedades en otros pueblos del entorno conquense. El tal Nicolás fue un político de la Restauración, unos dicen si Diputado en Cortes por Cuenca y otros que Presidente de la Diputación Provincial, aunque pudo ser ambas cosas. De este notable algarreño se cuenta una anécdota en relación con el trazado de la carretera N-420, en su tramo de Cuenca a Teruel: Al parecer le propusieron que dicha carretera pasara por Algarra, por debajo mismo de su casa, a lo que se opuso, diciendo: ¡Sería el peor favor que me podíais hacer...! De ser verídica la historia, su visión política debía tener poco alcance. Este fue el motivo –según la creencia popular- de que aquella carretera no pasara por Algarra y se dirigiera a Teruel por El Hontanar, vía el Rincón de Ademuz.

Detalle de sobre correspondiente a una carta dirigida al Señor Don Nicolás Díaz Zafrilla, Presidente de la Diputación (de Cuenca), Algarra -falta el sello, matasellos muy borroso, lo que impide su datación- [Por gentileza del señor Francisco Martínez Marín, de Algarra (Cuenca)].

Durante la subida por la Virgen en el XL septenario (1998), estando mi esposa y yo junto al cerrito de la Fuente, conocimos a un vecino de Algarra, el señor Francisco Martínez Marín (Algarra, 1927), que se acercó hasta nosotros. Nuestro encuentro fue absolutamente casual -quiero decir providencial-, pues gracias a él he podido saber detalles de la vida de mis parientes y muchas cosas de la Virgen, de la ermita y de las tradiciones y celebraciones a ellas vinculadas.[2]

Vista de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), desde las inmediaciones  del cerrito de la Fuente (2012).


Contenido de la entrevista.
Con el señor Francisco -Paco para los amigos y conocidos-, mantengo una relación de amistad. Me llama casi todos los meses y hablamos; yo también le llamo, pero casi nunca doy con él, pues está soltero y es difícil hallarle en su casa, y pese a su edad siempre anda de un lado para otro con su todoterreno. Para Pentecostés, me llevó en su coche desde Algarra hasta Santerón.[3] También nos vimos en la ermita de Santerón durante la subida por la Virgen en el último Septenario (2012), y tiempo después le encontré por casualidad en Santo Domingo de Moya: él salía de la farmacia y mi hijo y yo nos hallábamos junto a la fuente, descansando del tramo peregrino del "Camino de la Vera Cruz" que estábamos haciendo, entre Ademuz y Landete.[4]


Le llamé un día de principios de septiembre, y quedamos para charlar... Me apetecía especialmente estar con él en la ermita, desierta y solitaria después del Septenario, para que me contara sus recuerdos en relación con el santo lugar. Nos encontramos en Algarra y con su vehículo enfilamos a Santerón por la pista: la tarde era magnífica, con el cielo despejado y un agradable calorcillo en el ambiente. Entretenidos en la contemplación del paisaje, el trayecto se nos hizo corto; no hallamos a nadie en el camino. Desde las proximidades del rento de Santerón ya se divida el ermitorio y la copuda noguera que le acompaña, todo ello enmarcado por el circo de montañas que señorea al sureste el Talayón (1.602 m).


Al llegar a la ermita fuimos directamente a la “Mesa de la Virgen”, para ver la inscripción que luce en sus cuatro caras. Desde la piedra, la vista del santuario luce estupenda, una imagen detenida en el tiempo, con la monumental noguera sombreando la plazuela, cuyas hojas de tonos dorados anunciaban ya el cambio de estación. El gran bloque de piedra caliza se halla labrado en forma de cubo y sirve como asiento a las andas de la Virgen durante la procesión de Pentecostés. Junto a la piedra pasa una Vereda Real de noventa varas, un camino de la Mesta que conduce de la parte de Cañete (Cuenca) a Bugarra (Valencia) y esa zona del levante. En su parte superior posee un dibujo figurando la imagen de la Virgen. La inscripción se halla burdamente labrada y muy perdida por efecto de la intemperie. La cara que mira a la ermita (norte), dice: Viva la Virgen de Santerón. En la cara opuesta, que mira al Talayón (sur), dice: Año/ 1916. En la de la izquierda (este), dice: Por Julián López/ Martínez. En la opuesta (poniente), dice: Por don/ Antonio José Dolz/ párroco. Según me hace saber mi acompañante, don Antonio José Dolz fue un párroco de Algarra, natural de Santo Domingo: Todavía recuerdo cuando se murió, lo llevaron a enterrar a Santo Domingo, cargando el féretro en un carro, y el tal Julián López Martínez era el alcalde de entonces, tío de mi madre... –comenta mi acompañante.


La ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), desde la piedra llamada "Mesa de la Virgen", donde se posan las andas con la Virgen por Pentecostés (2012).

¡Viva la Virgen de Santerón! -dice la inscripción de la cara septentrional de la "Mesa de la Virgen" que mira a la ermita de Santeón-Algarra (Cuenca), 2012.

Vista de la "Mesa de la Virgen", con detalle del Talayón al fondo, por cuya vertiente discurría el antiguo camino por donde se bajaba y subía antes a la Virgen de Santerón (2012).


De la “Mesa de la Virgen” vamos a la ermita... La armadura del soportal ha sido restaurada hace poco y también el tejado, en el que han puesto “onduline” bajo teja. En lo alto de la ermita, hacia los pies, hubo una espadaña para la campana, pero al tirar la casa del santero ya no la volvieron a hacer: Sí, el campaño lo colocaron aquí, en estos soportes, aún pueden verse los amarres... Claro que podía voltearse.  Ahora está en Algarra, porque pillaron a uno que pretendía llevárselo... Pregunto a mi acompañante por unos dibujos labrados en el portón de entrada a la ermita, basados en cruces y arados de labranza: Esos dibujos han aparecido al restaurar la puerta, que antes estaba cubierta de pintura gris... Y añade: Los dibujos debieron hacerlos los pastores que había por aquí, para entretenerse... El interior del ermitorio es sombrío, se trata de un edificio de planta alargada que avanza en varios tramos hacia la cabecera, con un gran arco toral separando la nave del presbiterio, que muestra un precioso y colorista artesonado octogonal mudéjar. A la izquierda (pies) se halla el coro elevado, posee piso de madera, tipo jaldetas, con sencillos canecillos apoyado en una gruesa viga con zapatas, y un gran pasamano de madera torneada: La ermita la ha pintado uno de Ademuz, Vicente Amado Aparicio, marido de Pili, una chica de Vallanca. Ellos han limpiado las vigas de madera, que antes estaban jalbegadas... Y añade: Han sacado la madera y pintado las paredes, el techo y lo demás. Esto ha corrido por cuenta del Ayuntamiento de Algarra. El artesonado también ha sido restaurado: Esto lo ha hecho una restauradora de Barcelona, una tal Dolores, cuya madre desciende de Vallanca. Creo que esto lo ha pagado la Cofradía de Santerón...

Detalle del artesonado mudéjar que cubre la cúpula octogonal del presbiterio en la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), recientemente restaurado por cuenta de la Cofradía de Santerón (2012).


En el presbiterio -lado del evangelio- están las andas de la Virgen, despojadas de flores y faroles. En el centro hay un altar exento cubierto por un mantel y detrás un sencillo retablo enmarcado por columnas torneadas. Junto al retablo, lado del evangelio, hay una gran urna encristalada: La han restaurado hace poco, antes estaba en el centro y contenía la imagen de la Virgen, pero como estaba estropeada la retiraron –comenta mi informante-. Y añade: Ahora luce como nueva, pues ya te digo que la acaban de restaurar... En un lado quedan los sillones de la Sede y hacia la derecha, la sacristía, que posee una gran cómoda con grandes cajones: Este armario es muy antiguo, también querían restaurarlo, pero parece que había que desmontarlo y por eso no lo hicieron... El arco toral, basado en dovelas de piedra, forma medio punto: Este arco estaba antes cubierto de yeso, pero también lo han rascado y sacado la piedra, así luce más; el trabajo lo ha hecho el hijo mayor de Arturo el de Algarra... -se refiere a Arturo Huerta Pérez (Algarra, 1935)-.

En la ermita vacía nuestras voces resuenan con un eco frío, que contrasta con el bullicio de las últimas celebraciones septenarias. Antes de salir, mi acompañante me señala la pared bajo el coro: Mira, aquí había una puerta, que comunicaba la casa del santero con la ermita; así el ermitaño podía pasar de un lado al otro, pero al tirar la casa contigua y hacer la nueva la tapiaron...


El señor Francisco Martínez Marín (Algarra, 1927),
posando delante de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), 2012.


Salimos del santo lugar y nos sentamos bajo la noguera que hay frente al santuario, mi acompañante sobre unas piedras que hay contra la pared de un cobertizo y yo directamente en el suelo, sobre una piedra plana. Ambos nos quedamos en silencio durante unos momentos, disfrutando de la vista del santuario, de los porches y la cúpula octogonal que luce a la cabecera. El tejado vierte a dos aguas y a los pies hay un feo edificio encalado, construido sobre el mismo solar donde se hallaba la casa del santero, aunque más estrecho. El lugar donde se emplaza la ermita posee un encanto sorprendente, no sé si mágico, pero muy atractivo, a lo que colabora el silencio y la paz que se respira, y la brillante luz del atardecer, filtrada por el dorado follaje del nogal. Fue así como comenzamos la entrevista, más bien una conversación:

Paco, ¿cuál es tu nombre completo, dónde naciste, quiénes fueron tus padres, qué recuerdas de tu infancia...?
  • Mi nombre es Francisco Martínez Marín y nací en Algarra, el 4 de octubre de 1927: tal día como hoy, porque hoy cumplo 85 años... Mi padre fue Saturnino Martínez Ruiz, natural de Garcimolina y mi madre Sabina Marín López, natural de Algarra. El alcalde de entonces era Julián López Martínez, tío suyo, que es el que aparece en la "Mesa de la Virgen". Fuimos tres hermanos, de los que sólo quedo yo: Sí, primero iba Carmen y Emilio Huerta Marín –claro, los apellidos de ellos no coinciden con los míos, porque ellos fueron del primer marido de mi madre. Ella quedó viuda con dos chicos y se casó de segundas con mi padre, entonces nací yo... Oí contar a mi madre que su primer marido falleció de una exhalación, estaba trillando y cayó muerto; pienso yo que debió ser por un infarto... Toda la vida he estado en Algarra, excepto una temporada en mi juventud que estuve trabajando en Losa del Obispo, allí conocí a un Gobernador Civil de Valencia que llamaban Salas Pombo; eso sería por los años cuarenta...

¿Recuerdas haber venido de niño a Santerón con tus padres?
  • ¡Hombre, claro! Desde que tengo uso de razón hemos venido aquí por Pentecostés, que entonces se celebraba el lunes y ahora el sábado, y por los septenarios... Recuerdo que siendo yo un crío de unos ocho años –esto sería por el XXXI Septenario, que fue en 1935, lo recuerdo porque enseguida empezó la guerra- estuve con mis padres en Vallanca: el día de la procesión general, cuando la Virgen da la vuelta por detrás de la iglesia, y sale allá adelante –esto lo hablaba yo con uno de Vallanca que llaman Paco (el) el Pintao-, recuerdo que dormí entre los aparejos de los animales en El Portal, entonces él me dijo: Pues dormiste en casa de mi abuelo... Ya te digo, nosotros hemos venido siempre a Santerón: veníamos toda la familia... Entonces la gente subía andando o en caballerías, pero no todos tenían. Se venía por un camino más encosterado que había, no por el de ahora... El camino nuevo se hizo para sacar madera, entonces estaba de encargado de los arrastres Antonio Huerta –se refiere a don Antonio Huerta Marín (Algarra, 1931), el actual alcalde de Algarra-. Ya te digo, veníamos andando con los demás, traíamos la comida y pasábamos aquí el día: entonces venía mucha más gente que ahora, porque todos estos pueblos estaban muy poblados...
Procesión hasta la "Mesa de la Virgen" en la celebración de Pentecostés,
con detalle de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), al fondo (2012).

¿Cómo eran entonces, me refiero en tu infancia y juventud, las celebraciones de Santerón?
  • Pues parecidas a las de ahora, pero ya te digo, con más gente; la cosa ha cambiado poco, excepto por los coches; antes no había ninguno y ahora se apoderan de todo... Veníamos los de Algarra y nos quedábamos en la ermita, unos entraban y otros se quedaban en la plaza, hablando con los vecinos y amigos o comprando a los turroneros que venían. Cuando llegaban los de Vallanca se esperaban en la “Mesa de la Virgen” hasta que acudía a recibirles la procesión de Algarra con el crucifijo y los estandartes. Entonces se tocaban las cruces de ambas procesiones y todos juntos se acercaban a la ermita. No, esto no se hacía con todos los pueblos, sólo con los de Vallanca, que eran más numerosos y los únicos que traían crucifijo. Claro, entonces venían todos juntos, unos andando y otros montados en caballería, pero en un grupo. Venían por el camino viejo, no por donde ahora que pueden subir y bajar coches... Ahora unos vienen andando por el camino viejo pero otros muchos suben con coches por el otro lado, y cada uno llega cuando puede. Ya te digo, allí en la Mesa se esperaban los de Vallanca hasta que llegaba la procesión de Algarra a darle la bienvenida, entonces los de Vallanca acercaban su Cristo al nuestro y era como una señal de acatamiento, y todos juntos iban a la ermita y entraban, dándole la vuelta por detrás. Esta parte de la Mesa le llaman el Prado de la Virgen, que es del rento de Santerón, pero la ermita tiene derecho y no lo labran. Recuerdo que el que cultivaba esto, uno de los Catalinos de Salvacañete, quería labrar también el prado. Isabel Zafrilla Sánchez, la prima de tu padre, le decía: ¡No, el pradico no, el pradico no, que es de la Virgen!, pues ella era muy devota... Por entonces yo ya me encargaba de muchas cosas de la Virgen y de la ermita, y ella, la Isabel, me decía: ¡Paco, la Virgencica te lo pagará...!

Y continúa:
  • Como te decía, después de recibir a los de Vallanca regresábamos todos a la ermita y entrábamos, dándole la vuelta por detrás, esto es, yendo por la cabecera y volviendo por los pies... A los de los demás pueblos no se los recibía igual, porque sólo los de Vallanca traían cruz... Luego se celebraba la misa habitual y a continuación se hacía la procesión con la imagen sobre sus andas hasta la “Mesa de la Virgen”: allí se la encaraba hacia Castilla y se le rezaba algo, la Salve o lo que fuera. A veces alguien le decía una poesía... Antiguamente la Virgen la sacaban de la ermita los de Algarra, pero desde la guerra para acá comenzaron a sacarla los de Vallanca. El por qué, no lo sé... Y desde las bocastejas hasta la Mesa la podía llevar cualquiera que quisiera, pero a veces había algún pique por esto, porque todos quieren llevarla... De regreso, al llegar de nuevo a la ermita la Virgen gira por la derecha, da la vuelta por detrás y entra de nuevo en su casa. No, sólo da una vuelta, nunca he visto yo que le dieran tres vueltas. No, con los de Vallanca nunca hemos tenido ningún problema los de Algarra, ningún problema... Los de El Cubillo son también muy devotos de la Virgen de Santerón, y el tercer día de Pascua de Resurrección, en la Pascua Florida, vienen aquí a la ermita y le hacen a la Virgen una misa en su honor; claro, ellos se traen su cruz y al cura para que les celebre...

Plaza de la ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), durante la celebración del XLII Septenario (2012).

Tengo entendido que después de la misa y procesión, los del Ayuntamiento de Algarra hacen una comida en la casa del santero.
  • Bueno, después de la misa y la procesión se hacía algo de baile en la plaza de la ermita, la gente bailaba a los sones de la gaita y el tambor... Y después es cuando se hace la comida. Los del Ayuntamiento de Algarra, el alcalde, los concejales, el cura y la pareja de Guardia Civil que venía comían en la casa del santero. Esta comida la paga el Ayuntamiento de Algarra. No, los demás curas que venían comían con los de su pueblo: el de Salvacañete con los de Salvacañete y el de Vallanca con los de Vallanca. El resto de la gente se distribuye por los contornos, poniéndose por localidades según la costumbre... ¿Dónde se coloca cada pueblo?, pues yo te diré: los de Algarra se quedan en la ermita, bajo el árbol... Los de Salvacañete se colocan en el cerrito de la Fuente, los de Vallanca en la ladera de un montículo que hay detrás, en lo que llaman la loma de la Virgen, los de El Cubillo se colocan en esas rocas que hay junto al camino, por detrás de la noguera y los de Garcimolina en una pinadita que hay poco más arriba. Así se han colocado siempre, pero todos entorno de la ermita... Esta distribución de la gente se hace tanto en Pentecostés, por Pascua Granada, como por los septenarios, y tanto en la bajada de la Virgen como en la subida. Lo que se dice venir a las celebraciones, viene mucha gente de todas partes –de Aragón, Castilla y Valencia-, pero los pueblos reconocidos por la tradición son los que te he nombrado: Algarra, Casas de Garcimolina, El Cubillo y Salvacañete por Cuenca, y Vallanca por Valencia. Claro, también vienen de Casas Nuevas, que es aldea de Salvacañete y de Negrón, que lo es de Vallanca, y de Arroyo Cerezo, que lo es de Castielfabib, y de Mas del Olmo y Sesga, que lo son de Ademuz... Pero estos pueblos no participan como tales de la celebración.






[1] GONZÁLEZ MARZO, Félix. La Desamortización de Madoz en la provincia de Cuenca (1855-1886), Publicacions de la Universitat Autònoma de Barcelona, 1990. Vid La Historia de Mira (Cuenca): La desamortización de Madoz, del viernes 17 de diciembre de 2010.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La romería de la Virgen de Santerón, estudio historiográfico, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 403-411.
[3] ID. La celebración de Pentecostés en el Rincón de Ademuz, en Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 1 de junio de 2012.
[4] ID. El Camino de la Vera Cruz: de Ademuz a Landete, en Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 26 de septiembre de 2012.

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