jueves, 18 de octubre de 2012

VISITA GUIADA A LAS RUINAS DE MOYA (CUENCA), I.


 Una ciudad medieval y moderna, 
que me cautivó por su sobriedad y belleza.




"Cada vez que visito las ruinas de Moya
regreso con una sensación de desazón en el espíritu:
pienso en la fragilidad de las obras humanas y en que sólo Dios y su amor son eternos"
-Del contenido textual-.












Palabras previas.
Moya -me refiero a las ruinas de Moya (Cuenca)-, es uno de los lugares más bellos y sugerentes del entorno comarcal del valenciano Rincón de Ademuz. Para animarse a visitarlo debe uno gustar de las piedras antiguas, esto es, de la historia y sus estragos, y también del paisaje. Pues el lugar donde se ubica esta ruinosa ciudad amurallada, medieval y moderna, contiene en abundancia ambos elementos: piedras bruñidas por el devenir de los tiempos y una perspectiva incomparable.

Estuve en Moya el año pasado (2011), durante el LIV Septenario de la Virgen de Tejeda.[1] En septiembre de este año (2012) visité de nuevo el lugar, esta vez con motivo de realizar el “Camino de La Vera Cruz”, en su tramo de Ademuz a Landete en bicicleta.[2] Desde entonces he vuelto varias veces, para disfrutar del mágico lugar y su escenario, y familiarizarme con el emplazamiento y el urbanismo del complejo histórico.

El motivo de esta entrada es para dar a conocer la devastada ciudad moyana, acompañando al lector en una visita virtual guiada por el desolado solar; todo ello, según mi particular interpretación. Para conocer algo de la historia local nos basaremos en los textos de los paneles informativos que hay junto a las principales edificaciones, en la bibliografía general recomendada y en los comentarios que surjan al paso. El motivo de recopilar el contenido de los citados cuadros se halla también justificado, pues muchos de ellos, por efecto de los agentes atmosféricos, pronto será difícil leerlos.


Don Andrés Cabrera (1430-1511) y doña Beatriz de Bobadilla (1440-1511), él mayordomo de la Casa Real y ella Camarera de la Reina Isabel I de Castilla -primeros marqueses de Moya (Cuenca), 2012 [Las imágenes expuestas fueron tomadas directamente del panel informativo existente a la entrada de las ruinas de Moya, pero proceden del libro Retrato del Buen Vasallo, de Francisco Pinel y Montroy, Madrid, 1677].

En el cartel principal de la entrada -donde se muestran los retratos de los primeros marqueses de Moya, a la vez que un plano y mapa de la zona- se dice que la antigua población fue abandonada mediados los años cincuenta del pasado siglo. Ello significa que, a la vista del estado de ruina irreversible en que se hallan la mayoría de los edificios, en poco más de medio siglo se ha producido una destrucción masiva, hasta el punto de haber desaparecido piedras, escudos, maderas, rejas... ¿Cómo es posible que nadie, ninguna autoridad municipal, provincial o autonómica, detuviera semejante expolio? –me pregunto-. Actualmente -y desde 1982-, la zona se halla protegida, al haberse declarado Conjunto Histórico-Artístico, habiéndose restaurado algunos edificios -la iglesia de Santa María la Mayor y la Casa Ayuntamiento, así como las puertas principales de entrada a la villa amurallada.


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Plano general del urbanismo y ruinas de Moya (Cuenca),
junto a un mapa de la zona (2012).


Del Rincón de Ademuz a Moya.
Para ir desde el Rincón de Ademuz hasta Moya, el camino más corto y rápido, yendo en coche, es por la carretera nacional 330, de Torrebaja (Valencia) a Manzaneruela, aldea de Landete (Cuenca): una vez en el Pinar Llano encontraremos uña señal indicadora de Moya y poco más adelante un desvío a la derecha, que nos guiará hasta la aldea de Pedro Izquierdo. Desde este punto ya podremos ver –mirando hacia es suroeste- el cerro donde asientan las ruinas que pretendemos visitar. De Pedro Izquierdo iremos a Santo Domingo y de allí a Moya, que se halla a un tiro de fusil en dirección meridional. Para subir hasta el lugar de las ruinas pasaremos antes por El Arrabal, que se halla a la derecha de la carretera que venimos siguiendo, justo a media ladera del cerro moyano. Pedro Izquierdo, Santo Domingo, El Arrabal y Los Huertos –núcleo urbano que se halla por debajo del altozano, en dirección a Landete- son aldeas de Moya (Cuenca), la antigua capital del marquesado de su nombre.

Disculpen mi insistencia, pero uno de los aspectos más notables del trayecto es el paisaje, circunstancia geográfica que tiene su máxima expresión en el cerro de Moya, cuya estética es cambiante, según el momento y la estación, pero especialmente bello en primavera: cuando las laderas adquieren la suave calidez del terciopelo, no obstante la aridez usual del hábitat.


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Ruinas de Moya (Cuenca), vista septentrional del cerro moyano,
desde la carretera de Santo Domingo (2012).


Reseña histórica general de Moya.
 Para subir hasta Moya en vehículo, siempre más rápido y cómodo, deberemos pasar por El Arrabal y continuar por la izquierda, siguiendo las rampas que discurren por la ladera oriental y que en varios tramos nos conducirán a las ruinas, entrando en este caso por la Puerta de Carros. Pero si tenemos tiempo sobrado conviene hacerlo caminando, pasando por el caserío de El Arrabal y entrando en la antigua ciudad por la Puerta de la Villa.

Si optamos por la primera posibilidad, las rampas de subida nos conducirán hasta un punto al pie de la muralla en que una gran verja de madera nos impide el paso, con la excepción de en momentos de especial celebración, como es el caso del Septenario de la Virgen de Tejeda y otras ocasiones, en que dichas verjas aparecen abiertas. Pero lo habitual es que se hallen cerradas, impidiendo el paso de vehículos, pero no de personas. Atravesaremos la verja por una puerta estrecha, en cuyo dintel derecho veremos un gran panel informativo, donde se explica brevemente la historia del lugar. El cartel posee un plano del recinto, un mapa de la comarca y un texto, que viene precedido por un retrato a plumilla de los primeros marqueses de Moya: don Andrés Cabrera (1430-1511) y doña Beatriz de Bobadilla (1440-1511), él mayordomo de la Casa Real y ella Camarera de la Reina Isabel I de Castilla. El texto explicativo dice lo que sigue:
  • La villa de Moya fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, se asienta en un cerro con una extensión aproximada de 140.000 m2, cuya visibilidad le confiere una posición estratégica privilegiada. Los primeros vestigios de ocupación datan de la edad de bronce y en la edad del hierro debió ser un importante castro ibérico según se deduce de los hallazgos cerámicos. En 1176 se cita que los moros de Moya junto a los de Cuenca y Alarcón entraron por las tierras de Uclés, que ya era de la Orden de Santiago. Sin embargo, las pruebas arqueológicas de un hisn –poblado fortificado- o medina árabe –ciudad- en Moya son de momento muy parcas./ Hasta 1183 no hay un intento decidido de repoblar estas tierras, concediéndose (a) uno de los arcedianatos de Cuenca por parte del obispo Janes. En 1210, el Rey Alfonso VIII concede fuero a la villa, provocando la ruptura de la tregua con los almohades. La contienda subsiguiente se saldará favorablemente al bando cristiano en la batalla de las Navas de Tolosa (1212)./ En las cortes de Valladolid de 1351 se menciona a Moya como “Puerto Seco”, es decir el lugar de frontera donde pecharán todas las mercancías provenientes de los Reinos de Aragón y Valencia, lo cual explica la riqueza e importancia que esta villa adquiere en la baja edad media. Por ello, fue codiciada por Don Juan Pacheco –el Marqués de Villena-, que la puso sitio en 1451 con poca fortuna. [La villa] Fue confirmada en 1475 a D. Andrés De Cabrera, esposo de Doña Beatriz de Bobadilla camarera de Isabel la Católica. Cinco años después la villa y sus tierras ascendieron al rango de marquesado./ A fines del S. XVI, el paisaje urbano medieval se transforma en la característica ciudad convento española al construirse el edificio de las Concepcionistas y reformarse la práctica totalidad de sus iglesias. [El lugar] Se abandona definitivamente en los años 50 del S. XX.

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Acceso principal al conjunto Histórico-Artístico de Moya (Cuenca),
por la Puerta de Carros (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), Puerta de San Juan (siglo XIII),
 abierta en el Segundo Recinto (2012).

Es lógico que no se hayan encontrado en las ruinas de Moya restos de baluartes árabes, pues los moros nunca tuvieron ninguna fortificación en esta localidad. El error parte de la conocida crónica del fraile calatravo Francisco de Rades y Andrada (+1599).[3] En dicho texto se dice:
  • Este mismo año los Moros que poseían la cibdad de Cuenca con las villas de Alarcón y Moya entraron por tierra de Uclés en 1173 que era de la Orden de Santiago y la robaron y talaron aunque no pudieron ganar el castillo de Uclés ni el de Alharilla que eran los mas principales de aquella tierra porque los Cavalleros de la Orden les resistieron varonilmente.[4]

Mal pudieron los moros de Moya colaborar con los de Cuenca y Alarcón en la acometida contra Uclés y Alharillas, porque a la fecha –1173- Moya debía ser un cerro pelado. De facto, las ruinas moyanas más antiguas que conocemos proceden de edificios construidos entre los siglos XII y XV. Quien decida subir hasta Moya caminando –esto es, atravesando el caserío de El Arrabal y continuando por el camino de tierra- deberá entrar por la Puerta de la Villa, una de las más singulares del recinto amurallado. En un rellano inferior previo a la entrada, hay un cartel que dice:
  • Moya a lo largo de su historia tuvo ocho puertas: la de la Albacara (siglo XII), la de San Juan (s. XIII), la de San Diego (s. XIII), la de la Calzadilla (s. XIII), la de Carros (s. XIV), la de San Francisco (s. XIV), la de los Ojos (reformada en el s. XV) y la Puerta de la Villa, de 1589./ Esta última se compone de dos accesos en acodo, siendo un ejemplo netamente renacentista, pues su entrada inferior se asemeja a un arco de triunfo romano. Estos modelos son difundidos desde los primeros años del S. XVI por los tratados italianos que llegan a las coronas de Aragón y Castilla. El primero escrito en castellano data de 1523 y es obra de Diego de Sagredo, y se le conoce como “Las Medidas del Romano”. Su portada impresa presenta un diseño que recuerda este acceso bajo. Sobre su arco existe una hornacina, posiblemente para una imagen sacra. Es muy común desde la edad media para que se coloquen estos iconos con el fin de sacralizar las puertas de las murallas a las propias murallas. Santas cosas son los muros y Puertas de las ciudades  dicen las Partidas de Alfonso X el Sabio en el S. XIII./ El acceso superior además de la inscripción epigráfica, dice: “Moya. Esta obra mandó hacer el Lcdo. Perea de Velasco vecino de Toledo, siendo corregidor de este marquesado. Año 1589. Además, presenta el escudo de los Marqueses de Moya en el centro, flanqueado por los de las armas de la villa.

Desde el rellano donde se halla el panel informativo puede disfrutarse de una estupenda vista de las ruinas de la iglesia de san Bartolomé, perteneciente a la fachada de la entrada, que corresponde a los pies, con los restos de la espadaña de tres ojos en la parte alta, la fachada oriental (epístola del templo) y el saliente derecho del crucero, que por esta parte semeja un cubo de muralla fortificado.


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Ruinas de Moya (Cuenca), Puerta de la Villa (1589),
abierta en el Tercer Recinto (siglo XIV), 2012.

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 Ruinas de Moya (Cuenca),
detalle de la inscripción que aparece en el frontis de la Puerta de la Villa: “Moya. Esta obra mandó hacer el Lcdo. Perea de Velasco vecino de Toledo, siendo corregidor de este marquesado. Año 1589.

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista interior de la Puerta de la Villa,
abierta en el Tercer Recinto (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista suroriental de la iglesia de San Bartolomé,
con detalle de la espadaña (a los pies) y de la cúpula cuadrangular del crucero del presbiterio (cabecera) [Foto cedida por José Benedicto Sacristán (Fuentelespino de Moya, 1950)].

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista suroriental de la iglesia de San Bartolomé,
con detalle de la espadaña (a los pies) y de la cúpula cuadrangular del crucero del presbiterio (cabecera), ya desaparecidas
[Foto cedida por José Benedicto Sacristán (Fuentelespino de Moya, 1950)].

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la iglesia de San Bartolomé
 -cuyos muros de la epístola asientan sobre la muralla del Tercer Recinto-,
desde la parte inferior de la Puerta de la Villa (2012).




Ascendemos hacia las ruinas por la rampa empedrada de la Puerta de la Villa, atravesando el arco inferior –el romano, que posee una pequeña hornacina encima de la arcada- y luego el de la parte alta del acodo –que luce en su frontis la inscripción y los escudos, el de los marqueses arriba y los de armas de la villa a los lados-. Dicha puerta está almenada y posee al fondo un acceso con tres tramos de escaleras, basado en una estructura de hierro y madera: uno central y otro a cada lado, que permiten subir al camino que viene de la entrada principal y conduce a La Coracha. Desde el camino, la puerta posee un aspecto sólido, toda en piedra labrada y con muretes a los lados. La arcada es rebajada, tiene forma abocardada y luce una hornacina en la parte superior. Paradójicamente, sin embargo, la puerta de la Villa no permite acceder a la ciudad, sino a un largo pasaje, que une la Puerta de Carros (al sur) con la de La Calzadilla (al norte), la única que permite la entrada de vehículos rodados: cabe añadir, sin embargo, que desde la de Carros hasta la iglesia de San Bartolomé la vía se denomina La Carrerilla, mientras que desde la iglesia hasta la puerta de La Calzadilla el paso se conoce como calle del Cortijo.

Pero antes de seguir, para comprender bien la estructura de la villa, debemos decir de las murallas o recintos que circundan el cerro. Un panel sito a la izquierda dice de las Murallas de Moya:
  • El urbanismo de la villa viene cercado por los recintos de muralla: La Albacara, El Castillo y La Coracha. La urbanización intramuros se basa en tres ejes principales alargados –las calles de Madre de Dios Arriba y Madre de Dios Abajo y calle del Horno- que se ven cortados por ejes verticales –la bajada a la puerta de los Ojos, bajada del Hospital de la Madre de Dios y bajada de San Bartolomé. Esta disposición en retícula que se cruza lateralmente en la plaza Mayor es más común en las villas de nueva fundación del reino de Aragón, que a su vez está inspirado en las bastidas francesas. Ello tiende a interpretarse como un fenómeno de frontera, pues la misma no sólo significa división sino también influencia entre los dos lados de una raya.

Viendo el esquema en planta, comprendemos que el Primer Recinto (siglo XII) se ubica de norte a sur, sobre la ladera de poniente, incluyendo el perímetro de la Albacara del castillo; en dicho sector de muralla se abre la Puerta de los Ojos, que permite el acceso a la villa desde el oeste y el muro occidental del convento de la Concepción Franciscana (XVI-XVII). El Segundo Recinto (siglo XIII) cierra propiamente el caserío al levante, de forma que al subir por la Puerta de la Villa nos encontramos de frente con él, pues lo forma un inmenso lienzo de muralla que se extiende desde por encima de la Puerta de Carros (sur) hasta por encima de La Coracha (norte); en dicho tramo se abren tres puertas –la de San Juan y la de San Diego, que es la que propiamente nos permite acceder a la villa y la de la Calzadilla-. El Tercer Recinto (siglo XIV) lo forma el tramo de muralla que va desde por debajo de la Puerta de Carros hasta la iglesia de San Bartolomé (un cubo de esta muralla forma parte del crucero del templo, lado de la epístola), cerrando el recinto al levante; en dicho tramo se abre la Puerta de la Villa (XVI), y se extiende hasta el arranque del muro meridional de La Coracha. El Cuarto Recinto se halla en la zona meridional, por debajo del castillo, abriéndose en él la Puerta de Carros, también conocida como de la Aduana. El Quinto Recinto (siglo XIV) se halla en la ladera nordeste del cerro, corresponde a La Coracha e incluye el torreón de San Roque y la torre del Agua.[5]

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Ruinas de Moya (Cuenca), detalle del lienzo de muralla existente frente a la Puerta de la Villa, correspondiente al Segundo Recinto, siglo XIII (2012).

Nos hallamos en la Puerta de la Villa, al pie de la muralla que forma el Segundo Recinto. A nuestra izquierda se halla el punto de entrada al espacio amurallado, esto es, la Puerta de Carros y la Puerta de San Juan (ésta ya en la muralla del Segundo Recinto). Nos dirigimos hacia la derecha, esto es, hacia en norte por La Carrerilla... Unos cincuenta metros más adelante nos encontraremos con la Puerta de San Diego, que se abre en la muralla del Segundo Recinto, basada en una arcada de medio punto con dovelas: dicha puerta permite acceder directamente a la plaza Mayor, donde se halla el Ayuntamiento, la iglesia de Santa María la Mayor y las ruinas de la iglesia de la Santísima Trinidad. Frente a la Puerta de San Diego observaremos a la derecha un muro con una arcada, que corresponde a la entrada de la iglesia de San Bartolomé, en franco estado de devastación. Poco más adelante, un panel junto a las ruinas, dice de la de San Bartolomé:
  • Tiene planta de cruz latina con una sola nave, y con un crucero que se coronaba en una cúpula semiesférica sobre cuatro pechinas. La iglesia de San Bartolomé aunque ahora tiene un aspecto barroco ha pasado por diversas fases constructivas. Se apoya sobre la muralla del tercer recinto. De hecho uno de los brazos del crucero se construyó al exterior de la misma, conformando lo que parece un cubo defensivo. En el interior de este apareció recientemente un programa figurativo pintado de estilo gótico que podríamos fechar en los siglos XIV y XV. La segunda gran reforma se fecha en el S. XVI según se deduce de revocos decorativos con cenefas de hojarasca pintada./ Posteriormente en un momento constructivo llevado a cabo en el siglo XVIII se conformó el aspecto definitivo que tuvo la iglesia hasta su destrucción en la Guerra Civil Española. La decoración interior se dispuso en estucos que simulaban arquitecturas fingidas en consonancia con el barroco clasicista de inspiración europea./ Al quedar inutilizado el convento de las monjas Concepcionistas este templo se utilizó como sede de los novenarios de Nuestra Señora de Tejeda entre 1836 y 1934. En 1852 esta parroquia tenía agregadas la de la Santísima Trinidad, San Pedro y San Juan. En 1927 con ocasión del XLII Septenario, ocurrió un devastador incendio. Inmediatamente restaurada, siguió en uso hasta su ruina definitiva en 1936.
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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la iglesia de San Bartolomé, fachada meridional (ca.1920-35)
[Foto de J. Turégano, tomada de "Los septenarios. Moya por Santa María" (Valencia, 2004), p. 112]

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Ruinas de Moya (Cuenca), detalle de la Puerta de San Diego,
abierta en el Segundo Recinto (siglo XIII), frente a al iglesia de San Bartolomé (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), detalle de la capilla del crucero
-lado de la epístola- de la iglesia de San Bartolomé,
cuyo edificio fue desmantelado durante la Guerra Civil (1936-39), 2012.

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Ruinas de Moya (Cuenca), detalle del interior de la iglesia de San Bartolomé
-lado de la epístola- desmantelada durante la Guerra Civil (1936-39), 2012.
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Ruinas de Moya (Cuenca),
detalle del magnífico torreón octogonal, en la iglesia de San Bartolomé,
correspondiente al crucero -lado de la epístola- que sobresale de la muralla del Tercer Recinto (2012).

Es fácil que el visitante se sienta impresionado por las ruinas de la iglesia de San Bartolomé, pues conmueven, emocionan y perturban... Se conserva la fachada de los pies, por donde tenía el acceso y parte de la espadaña, de la que sólo resta un ojo, de los tres que tenía. Los bronces hace mucho tiempo que desaparecieron. Todavía quedan en su lugar varias arcadas de la bóveda, algo del muro del evangelio y el torreón octogonal que formaba parte de la muralla en su Tercer Recinto; dicho torreón posee al exterior un claro aspecto defensivo, y era parte del crucero. Asimismo, quedan restos de los estucos, pinturas muy perdidas y algo de los esgrafiados... La iglesia fue desmantelada durante la Guerra Civil (1936-39) y sus maderas, tejas y campanas vendidas. A tenor de lo que conocemos, los del Comité de Moya detuvieron y obligaron a trabajar en el desarme de la iglesia a don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de Henarejos, natural de Fuentelespino (Moya), el cual fue posteriormente asesinado en el rento de Benarruel por milicianos de Ademuz: esto fue el 30 de agosto de 1936.[6] Desde dicho punto, en vez de entrar en la villa por la Puerta de San Diego y ascender a la plaza Mayor por la bajada de san Bartolomé –toda ella empedrada-, continuaremos hacia delante por la calle del Cortijo, en dirección norte, para entrar por la Puerta de la Calzadilla –que se abre en el extremo nororiental de la muralla- y observar el panorama desde el mirador de La Coracha.

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la iglesia de San Bartolomé,
desde la Puerta de la Calzadilla y calle del Cortijo (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la torre de San Roque, en La Coracha (siglo XIV),
con detalle del caserío de Pedro Izquierdo (fondo derecha) y
del de Santo Domingo (izquierda), 2012.
       
Desde la balaustrada, el panorama es espléndido... Hacia el norte se halla la aldea de Santo Domingo de Moya, de la que destaca el caserío y la torre campanario de su iglesia –Santo Domingo de la Calzada- junto a huertas con choperas indicando el curso del riachuelo Ojos de Moya o río de Algarra y amplias zonas de cultivo en secano. El horizonte lo cierran los montes de Santerón, que culmina el Pico Talayón (1.602 m). Hacia el nordeste observamos el caserío de la aldea de Pedro Izquierdo, rodeado de tierras pardas, gredosas, cuyo horizonte más lejano cierra el Javalambre y sus estribaciones. Desde Santo Domingo sale una carreterita que pasa por el cementerio, circunda un somero cerrito poblado con almendros y continua hacia el sur, pasando por la parte inferior del cerro moyano, un tanto por debajo del torreón de San Roque, en La Coracha, que se halla a nuestros pies. En el mirador hay un panel con un texto explicativo, que dice de la Torre de San Roque y La Coracha:
  • Una coracha es una torre que protege un punto de recogida de agua y está conectada por un paño de muralla -en este caso doble- al recinto principal de una fortificación, como es el caso de la villa de Moya. La coracha desciende por la parte norte hasta el pie del monte, donde se eleva protegiendo un manantial. Ya que se comunica con el Segundo Recinto podemos establecer su fecha de construcción entorno al siglo XIV. Sin embargo, entre medias existe la llamada Torre de San Roque que da servicio a dos puertas desaparecidas al norte y al sur, de las que sólo queda (en la del norte) la tranca de cierre./ En realidad es un paso custodiado cuya función se interpreta como el Puerto Seco de Moya que citan las fuentes documentales. Era incómodo para los carreteros que debían pechar las mercancías procedentes de Aragón ascender hasta el cerro, del mismo modo que controlar el paso de mercancías desde lo alto de Moya. Por ello a media altura se levantó la Torre de San Roque, que es una de las pocas aduanas medievales conservadas. El interior se divide en dos plantas, sostenida la superior por una bóveda de cañón apuntada que cubre a la primera. Su acceso en arco plano es posible que corresponda ya a los últimos años del S. XV o primeros del XVI. Desde este punto el camino llevaba directamente al Arrabal de Moya, que debe su fundación y desarrollo a los impuestos aduaneros a partir de la centuria de 1300.

     
Merece la pena visitar los muros que forman La Coracha y ver de cerca el Torreón de San Roque, para admirar la calidad de su fábrica y la hechura de sus esquinares, singularmente redondeados, así como el arco recto de la entrada, cuyas piedras yacen al pie de la misma y el gran espacio interior del torreón, que luce una enorme bóveda de cañón apuntada. Según parece, el Torreón protegía la aduana o “Puerto Seco” donde se pagaba por el paso de las mercancías, además del hontanar que surtía a la villa. Al pie de La Coracha hay un gran abrevadero y a su vera un camino que conduce a El Arrabal, caserío extramuros que tiene su origen y desarrollo en la propia aduana. Pero para conocer esta parte hay que bajar previamente hasta El Arrabal y ascender hacia el torreón desde el abrevadero...[7]

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Ruinas de Moya (Cuenca), torre de San Roque en La Coracha,
vista desde la torre del Agua (2012).


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Ruinas de Moya (Cuenca),
detalle del abrevadero de La Coracha, siglo XIII (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la torre de San Roque,
con detalle de la puerta de entrada, que luce un arco recto basado en dovelas de piedra,
actualmente desmoronado (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la Puerta de la Calzadilla,
abierta en el extremo nororiental del Segundo Recinto, siglo XIII (2012). 




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Ruinas de Moya (Cuenca), vista interior de la Puerta de la Calzadilla (ca.1927-1934),
con detalle de la imagen de la Virgen de Tejeda pasando bajo en arco
[Foto de J. Turégano, tomada de "Los septenarios. Moya por Santa María" (Valencia, 2004), p.182].
       
Regresamos al mirador para entrar en la ciudad por la Puerta de la Calzadilla, abierta en el extremo nororiental de la muralla: al exterior posee un arco de medio punto basado en dovelas, mientras que al interior es rebajado. Continuamos por el camino de tierra que conduce al centro de la villa, siguiendo la calle del Hornillo: enseguida encontraremos una enorme construcción a la derecha, correspondiente al convento de las Concepcionistas, esto es, de la Concepción Franciscana, del que sólo se conservan los muros exteriores y la fachada principal. El muro de poniente apoya directamente sobre la muralla del Primer Recinto y las ruinas de la antigua iglesia de San Pedro, mientras que el de levante se halla libre y discurre por el callejón del Alcalde, en dirección a la Pacetilla y Casa Ayuntamiento, que da sobre la plaza Mayor. Por detrás, la fachada meridional recae sobre un paso contiguo a la iglesia de la Trinidad. La fachada principal del convento mira al norte y es singular, pues muestra un frontis recubierto de piedra caliza labrada hasta media altura, basado en tres arcadas frontales y una lateral, formando un ángulo hacia la izquierda. De las tres arcadas frontales, la del centro luce un arco rebajado, siendo el de las laterales de medio punto. Las arcadas ciegas apoyan en una cornisa bajo la que se halla la puerta de entrada. Esta se halla en el centro, posee un arco recto y una verja de hierro, estando las demás cegadas. El interior del patio de entrada muestra grandes pilastras y arcadas sin cobertura, pues el edificio se halla en trance de restauración. El documento fundacional del monasterio es el testamento de la marquesa de Moya –doña Luisa Cabrera- y data de mediados del siglo XVI (1556), pero las obras no concluyeron hasta un siglo después. Estaba destinado a las monjas “bernardas” de Santo Domingo, pero finalmente fue ocupado por las de la Concepción Franciscana, monjas de clausura de Cuenca que solemnemente lo ocuparon al finalizar el primer tercio del siglo XVII (1630). Para su sostenimiento contaba con importantes rentas: fincas rústicas, casas y un mesón en Valencia.[8]



Ruinas de Moya (Cuenca), 
fachada principal del convento de las Concepcionistas 
-monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2017).

Ruinas de Moya (Cuenca), fachada principal del convento de las Concepcionistas
 -monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2017).

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Ruinas de Moya (Cuenca), fachada principal del convento de las Concepcionistas
-monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2012).


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Ruinas de Moya (Cuenca), detalle de la fachada principal del convento de las Concepcionistas
-monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca), igleis del convento de las Concepcionistas
-monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2012).

El camino desde la Puerta de la Calzadilla se prorroga hacia el sur, dirigiéndose hacia la plaza Mayor por la calle de las Rejas o el mencionado callejón del Alcalde, pero nosotros viraremos hacia la izquierda, esto es, al noreste, dejando a nuestra izquierda un altiplano conocido como El Altillo, para ver primero los restos de la antigua Iglesia de San Miguel (XVII), de la que sólo quedan los muros laterales y la fachada principal: ésta luce un arco recto, con un elemento de adorno sobre la clave, donde puede leerse una fecha: 1661. La sencilla fachada puede resultar de interés para los rinconademucenses, pues la armadura de sus jambas y arco recto tiene un gran parecido con la que luce la denominada “Casa de la Inquisición”, sita en El Soto (Ademuz), que data de esta misma fecha. La entrada posee un gran portón de madera con amplias rendijas, que permiten escudriñar su interior, donde sólo vemos piedras amontonadas y un área de lápidas al fondo, indicándonos su uso actual como camposanto de la villa.

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista general de la iglesia de San Miguel (siglo XVII),
cuyo solar está habilitado como Camposanto (2012).

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Ruinas de Moya (Cuenca),
detalle de adorno sobre la clave del arco en la entrada a la iglesia de San Miguel (1661), 2012.

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista frontal de la fachada de la iglesia de San Miguel (1661),
actual cementerio local (2012).
       
Regresamos al camino principal que veníamos siguiendo, el callejón del Alcalde, que discurre junto a las ruinas del gran monasterio Concepcionista y conduce al centro de la villa moyana, donde se halla la plaza Mayor -también conocida como de Isabel II o de la Constitución-. Hacia la derecha observaremos un panel informativo, que ilustra acerca del Convento de la Concepción Franciscana:
  • En el siglo XVII, la difícil coyuntura económica de la corona de Castilla condicionaba la ausencia de grandes programas constructivos civiles. Sólo la realeza y la Iglesia tuvieron suficiente poder adquisitivo como para llevar a cabo grandes edificios. La marquesa Doña Luisa de Cabrera, dejó en su testamento fondos para que se construyera un convento en 1556 para las Bernardas del cercano pueblo de Santo Domingo de Moya. Pero no fue hasta 1580 cuando su sucesora, Doña Juana Lucas de Toledo, encargara el diseño del convento y la iglesia a Andrea Rodi o tal vez a Pedro de Tolosa. Sin embargo, las obras no comenzarían hasta la década de 1625, estando inaugurado cinco años después por Don Diego Roque López y su esposa Doña Luisa Bernarda Cabrera y Bobadilla. Ya no había bernardas entonces y tuvo que ser ocupado por 20 monjas concepcionistas de Cuenca./ El complejo se apoya en su parte occidental sobre la antigua muralla de finales del S. XII, cerrando un claustro secundario que sólo estuvo porticado en tres de sus partes. El claustro principal no conserva su arquería aunque las investigaciones arqueológicas nos revelan que tenía planta baja con orden de capiteles de filete, y alta con otros ya de orden toscano. Su trazado era irregular pues disponía de seis arcos de medio punto en sus lados mayores y cinco en los menores. En el medio había tres grandes aljibes que recogían el agua de lluvia que fluía desde los tejados del propio edificio. Destacan también unas bodegas cubiertas por bóvedas de medio cañón en soberbia sillería escuadrada. La iglesia era de una única nave con un coro a los pies y un crucero ligeramente inscrito en planta, que se cubría con una cúpula sobre las pechinas, y todo ello desarrollado en un austero lenguaje clasicista.

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Ruinas de Moya (Cuenca), vista de la fachada oriental del convento de las Concepcionistas 
-monjas de clausura de la Concepción Franciscana-, siglo XVII (2018).
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Ruinas de Moya (Cuenca), vista septentrional de la iglesia y 
Convento de San Francisco, siglo XVII (2018).

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Ruinas de Moya (Cuenca),
detalle de un ventanal en el muro septentrional de la iglesia del
C
onvento de San Francisco, siglo XVII (2018).

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Ruinas de Moya (Cuenca),
vista occidental del cerro moyano, desde el convento de San Francisco,
con la  torre de San Roque
en La Coracha (izquierda), puerta de La Calzadilla (centro izquierda), convento de las Concepcionistas y espadaña de la iglesia de la Trinidad (centro) y
Torre del Homenaje (derecha), 2012.

       
En Moya hubo antes otros conventos, el de las recoletas bernardas, sito en la aldea de Santo Domingo (siglos XVI-XVII), cuyas monjas se trasladaron a Cuenca antes de que pudieran ocupar el que les estaba reservado; el de San Francisco (1587), sito extramuros, esto es, al otro lado del río Ojos de Moya, y que se comunicaba con la villa mediante una calzada, la cual llegaba hasta la Puerta de San Francisco: este convento data del tiempo de la ocupación del convento de San Guillermo de Castielfabib (1577) por los franciscanos observantes de Valencia, y corrió su misma suerte, pues desapareció con la Desamortización, en los años treinta del siglo XIX.[9] El tercer convento fue el arriba mencionado, de la Concepción Franciscana (siglo XVI-XVII). Respecto a la Puerta de San Francisco cabe decir que se abre en un lienzo de la muralla exterior que mira al norte, prolongación del muro noroeste de La Coracha: en los textos dicha puerta se la identifica con la llamada "Puerta Falsa". Sin embargo, en el Plano General de la Villa de Moya (Cuenca), desplegable que acompaña la Guía práctica de Moya (Valencia, 2011) -obra de Teodoro Sáez Fernández, Cronista Oficial de Moya- figura que son dos puertas distintas, aunque abiertas en el mismo tramo de muralla. Se trata, pues, de un punto a esclarecer..., aunque viendo in situ la zona impresiona de ser la misma puerta.




Continúa en:


[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en el LIV Septenario de Moya, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[2] ID. El Camino de la Vera Cruz: de Ademuz a Landete en el sitio web Desde el Rincón de Ademuzdel miércoles 26 de septiembre de 2012.
[3] Cf. Wikipedia, voz Francisco de Rades y Andrada.
[4] RADES DE ANDRADA, Francisco. Chronica de las tres órdenes y cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara: en la qual se trata de su origen y successo, y notables hechos en armas de los maestres y caualleros de ellas: y de muchos senores de título y otros nobles que descienden de los maestres: y de muchos otros linajes de España (Toledo: J. de Ayala, 1572), p. 14.
[5] ÁLVAREZ DELGADO, Yasmina (2000). Estudio arqueológico de la villa de Moya, en Moya, su historia, sus tierras, sus hombre, sus tradiciones, obra coordinada por Eusebio Gómez y Teodoro Sáez, Editada por la Asociación Amigo de Moya, Valencia, pp. 25-28.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de Henarejos (Cuenca), en la Causa General en el sitio web Desde el Rincón de Ademuzdel jueves 8 de marzo de 2012.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La Coracha de Moya (Cuenca) en el sitio web Desde el Rincón de Ademuzdel sábado 20 de octubre de 2012 .
[8] SÁEZ FERNÁNDEZ, Teodoro (2000). Los conventos de Moya, en: Moya, su historia, sus tierras, sus hombre, sus tradiciones, obra coordinada por Eusebio Gómez y Teodoro Sáez, Editada por la Asociación Amigos de Moya, Valencia, pp. 104-109.
[9] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2001). Aproximación a la Historia del Convento de San Guillermo de Castielfabib y noticia del Hospital de la Villa, Edita Ayuntamiento de Castielfabib, Valencia.

1 comentario:

Jose Luis Martí dijo...

Magnifica guía para los que nos interesamos por un sitio con tanta historia y que no conduce en la visita que deseamos realizar a Moya, Gracias